CAPÍTULO 23. Siempre
CAPÍTULO 23. SiempreSamuel juraba que jamás en su vida había sentido tanto miedo como ese momento en que vio apagarse la mirada de la muchacha. Simba ladraba emocionado a su alrededor, pero ella se había quedado muda en un solo instante, y él había tendido solo unos segundos para envolverla en un abrazo antes de que cayera al suelo, lastimándose.—¡Naiara! —La sacudió con vehemencia entre sus brazos, golpeando suavemente su cara para que reaccionara—. ¡Naiara, nena…! ¿¡Qué pasa, renacuajo, qué te pasa, qué tienes…?!Por un segundo fue como si el miedo hiciera que todo el conocimiento que tenía de primeros auxilios se le borrara de la mente, pero luego solo la levantó contra su pecho y se la llevó a la cama.—Está respirando bien, muchacho, está respirando —murmuró dirigiéndose a Simba después de revisarla, porque el animal caminaba gimiendo a su alrededor, como si su dueño le hubiera transmitido toda su angustia. Samuel pagó el oído a su pecho y respiró cuando notó el latido fuerte y
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