BlossomNo era la primera vez que Heaven Duch me invitaba a almorzar, pero esta vez la ocasión se sentía diferente. Quizá porque la conferencia había terminado y sabía que pronto regresaría a Londres, dejando atrás no solo Nueva York, sino también todo lo que esta ciudad me había hecho sentir en estos días. Heaven, en cambio, permanecería aquí, continuando con su vida, tan resuelta y brillante como siempre. Cuando me llamó esa mañana, no pude evitar sentir una mezcla de gratitud y nerviosismo. Heaven siempre había sido una presencia tranquilizadora, alguien que sabía decir las cosas justas en el momento adecuado, aunque esas palabras fueran difíciles de escuchar.Nos encontramos en un restaurante pequeño y acogedor, con grandes ventanales que dejaban entrar la luz suave de la tarde. Heaven ya estaba allí cuando llegué, sentada junto a la ventana, revisando distraídamente su teléfono. Al levantar la vista y verme entrar, me dedicó una sonrisa cálida, como si estuviera esperando algo má
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