Todos los capítulos de PAPÁ CEO ALQUILÓ A MAMÁ "Soy la madre de tu hija": Capítulo 41 - Capítulo 50
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41. Juntos en un abismo sin salida
Estar con un hombre no había sido realmente una idea con la que soñaba. No es virgen, pero ha pasado un tiempo desde que estuvo con alguien de ésta forma. ¿Y acaso se negaba a estar con un hombre como Román de ésta forma? Jamás. Tal vez está enojada por muchas cosas en éste momento, pero no habrá marcha atrás, no ahora cuando su cuerpo clama por volverse uno solo bajo el toque de su esposo. Manos suaves descubriendo el camino de sus muslos desnudos que persiguen sus dedos para ser tocados. Ya no hay límites que los detengan y Julieta es condenada por todo el cuerpo de Román, que de una vez se quita la camiseta y bajo su cuerpo, comienza a usar dedos para trazar cada rincón de su piel. No son un matrimonio normal, quizás nunca lo serán. Pero si comparten algo en común es este deseo que sobrevive a todo lo que han tenido que pasar. Estar sin nada es una gran ventaja y Julieta no siente pudor al animarse en ser sólo de él, y está convencida de que Román no dejará que se muestre recata
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42. Unidos
Julieta no fue capaz de responderle. Enmudecida y totalmente expuesta ante él, no había nada que la regresara a la vida a excepción de ese beso con sabor al propio cielo. Después de estar juntos, era claro que ya…no podía dejar de pensar en él por un segundo.La manera en la que la abrazaba y ese calor contra ella en su piel desnuda, sus labios en su cabello y el corazón latiendo al mismo tiempo. Eso estaba totalmente lejano a cómo terminaría aquel día, pero Julieta no quiso pensar en eso aquella noche porque no dormiría pese a estar lo bastante cansada como para alzar una pluma, y lo único que logró fue perderse en los brazos de Román.~~~~~~~~~~~~~~~~~~~¿Qué se supone que hará ahora? Cuando abre los ojos, el destello de la luz del sol entra por la ventana detrás de ellos. El humo en la fogata indica que ya todo el fuego de la chimenea se ha apagado y no existe el frío, sino ese calor propio de las costas. Román la tiene acorralada con sus dos brazos fuertes, y ésta imagen tardar
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43. ¿En qué creer?
Román la quiere volver loca. A este punto, viven por y para Lizzie, y la considera una figura materna para la pequeña.No tiene tiempo de responderle porque en lo que ahora respecta sus vidas pueden cambiar totalmente si lo que Román dijo resulta ser verdad, por lo tanto, está convencida de que para salir de aquí con vida y sin que los atrapen es enfrentándose. Pero en este lugar casi a la mitad de la nada y con tres cartuchos cada uno no es la mejor forma de enfrentarlos pero si de continuar. Román sabe muy bien lo que hace y debe seguir lo que indica para no arruinar lo que este pensando en hacer. —Espera —Román indica con rapidez tirando de ella hacia su cuerpo—, son varios hombres. No llevan uniforme. —¿Qué haremos?Román da una larga ojeada a cada lado y cuando sus ojos se encuentran con algo baja la mirada hacia Julieta.—¿Ves ese carro de allí? Podemos usarlo pero para encenderlo hay que romper la guantera y unir los cables, y eso tomará mucho tiempo. Así que mientras lo hac
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44. Dudas inesperadas
A este punto mentiría si la mirada de Román y su severa sentencia no hacen que pierda un poco la calma. Como si ya sintiera en su cuello una soga que jala más de ella para asfixiarla. Aprieta los dedos al volante y vuelve a respirar.—No sé cómo decirte esto…—Julieta murmura con la vista fija en la carretera. Todavía no sabe a dónde se dirige, y lo más probable es que ambos tengan qué tomar rutas donde exigen una identificación. Para ese momento tendrán que tener un plan. ¿Realmente puede confiar en Román en estos instantes?—, es algo muy serio…Román, por su parte, no deja de mirarla. Luego deja el arma en su regazo y dirige sus ojos claros hacia el frente.—Sospecho que no me dices la verdad…—La verdad no es la habíamos creído. Me contaste sobre lo de mi padre, y pese a tener dudas sobre ti, necesito que me demuestres que dices la verdad —Julieta rectifica con una mirada apesadumbrada—, todo lo que está pasando ha sido culpa de una sola mujer, y esa mujer es la desgracia de la vid
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45. Revelaciones indecisas
—Ya le han hecho entrevistas al presidente hablando sobre los dos —Romanov tiene una tablet encima de sus piernas. Parece buscar algo y al tenerlo se los muestra—, el presidente no ha ordenado ninguna captura hacia ustedes, pero debe dejar que prosigan los procesos para demostrar que ustedes son inocentes. Sólo se dará el veredicto final en una corte y con la presión mediática en el que está, me ha contactado personalmente para que le avise una vez tenga noticias de ti. Julieta observa un vídeo de Ryan hablando en cadena nacional. Román solamente lo escucha pero después de que Romanov termine de hablar pone sus ojos en él, tomando aire. Extenuante de todo esto.—Ryan me conoce bien pero entiendo que deba seguir los protocolos —dice Román—, aún así también hay que abrir un expediente contra Rebecca porque no sólo se trata de difamar a Julieta por los de los niños, sino por cosas que a mi parecer, ya tiene pruebas verídicas.—¿Cómo cuales? —se interesa Romanvo en preguntar.—Te lo diré
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46. Verdad incierta
—¿¡A dónde vas?! —Julieta lo toma de la muñeca, desesperada—. ¡No! ¡Román! ¡No me dejes sola ahora!—No lo haré, linda. Pero ahora necesito que te quedes aquí mientras superviso. No se quienes son, si son hombres de Ryan o alguien se ha enterado y le ha dicho a la policía que estamos aquí. Cualquiera que sea la opción, no voy a desprotegerte. Te quedarás en el apartamento y si llegan a este piso te encerrarás en nuestro cuarto y tomarás el arma en el armario, oculta entre la ropa, arriba.—No digas eso. No quiero que nos separemos, Román…—Julieta vuelve a abrazarlo y se adhiere a su cuello, sin dejarlo ir—, por favor, no te vayas. —Hey, linda. Aquí estoy —Román coloca su mano en su cabello tan frágilmente que Julieta ahora sólo es una flor que tiene que tocar con delicadeza. Su flor—, Estoy aquí para protegerte, y no tengas miedo de nada porque a partir de ahora sólo somos tú, yo, y Lizzie —Román también la abraza, murmurandole en el oído—, para siempre.—No digas eso. Es como si te
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47. Colapsando por una verdad
Oír las súplicas de Julieta al cerrar la puerta y encerrarla en el departamento ha sido una de las peores cosas que ha hecho en la vida. Esa sensación desgarradora a la hora de oír cómo le pide que se quede, que no se marche, lo vuelven insensato. Pero al momento de alejarse sin mirar atrás, mantener a Julieta a salvo es su única aspiración. Nadie se atreverá a hacerle daño. El piso estará clausurado para cualquiera que se atreva a subir hacia ellos porque antes de que se den cuenta ya los arrojará al piso. Romanov está en camino y por lo tanto debe hacer tiempo, dando de bajas a los enemigos y usando la ventaja de tener a su disposición el edificio, pero no es algo para estar orgulloso más de lo que cree. Debe apresurarse a montar guardia y proteger mientras llegan los refuerzos.Dispone de un cargamento listo para usarse, y en el vestíbulo las personas y los trabajadores de éste lugar, con sus rostros llenos de preocupación, observan a las patrullas afuera del edificio.Román tom
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48. Tormento
Julieta apenas había visto las posibilidades y su cuerpo no recobró vida hasta que había dejado de llorar.¿Era Lizzie la niña que había estado buscando todo este tiempo? ¿Era Lizzie la niña que vio aquella última vez mientras se desangraba? ¿La niña que aparecía en sueños como un ángel a la vista y como eso, un sueño?Jamás en la vida había temblado tanto, jamás en la vida había experimentado sentirse morir y que todo se quebrará en mil pedazos y a la vez…volver a la vida.Años pasó buscando la verdad de su desgracia, luego, la verdad de su vida…¿Bianca la engañó todo este tiempo…?Con el cuerpo tambaleante pero su destino en su mente determinada, logró ponerse de pie. Esto cambiaba el rumbo de su vida, el rumbo de todo, completamente todo. Y si no era capaz de parar con la agonía en su vida en esos momentos…nunca lo haría, y el problema era ese, ¿Tendría el valor? ¿Cómo podía seguir luchando cuando en estos meses su vida era un remolino? Tenía la motivación, la esperanza…Y ese mom
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49. Una familia
Julieta confiesa todo. Les confiesa desde el accidente de su padre hasta su encuentro con Bianca y todo lo que le había ofrecido para la maternidad subrogada. Entre lágrimas, lo confiesa. Y su corazón, roto en mil pedazos, con distintas emociones en medio de todo, logra recomponerse a medida que abre sus mayores miedos, por ser señalada y juzgada, por sentirse molesta consigo misma al perder a esa bebé y creer que había caído en manos equivocadas, por perder a Marianne y cargar con esa duda durante años.Jamás se lo ha contado a nadie, y su tormento era la culpa. Carcomiendo su cuerpo, comiendo como gusanos un cadáver que ha muerto por sentirse culpable…No puede decir que se sentía aliviada, al contrario, la situación parece ahogarla aún más y siendo la primera vez que se abre frente a esas personas…su corazón estallaría en mil pedazos.Pero Román…Lo único que hace es atraerla hacia él, abrazarla y besar su cabello. Sin palabras, sólo aquel acto de confianza y de solidaridad ante
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50. A punto de enfrentar la verdad
Aunque sus ojos reflejan el brillo que no la dejará ni un momento, Julieta no deja la mano de Román cuando se encaminan hacia el pasillo. Aunque sabe que no pueden ver a Lizzie todavía, al menos estaría bien saber cómo está, y en dónde se encuentra. Y en estos momentos, teniendo en la mente revelar toda la información de Rebecca y Bianca, el temor ya se ha ido. Cuando sus ojos se dirigen hacia la esquina del pasillo, éstos se abren al notar quien viene desde el otro pasillo.—¡Julieta! Clara no deja de trotar con rapidez hacia ambos y al instante en el que abre sus brazos, Julieta la recibe. —Gracias a Dios estás bien. Están bien —el alivio se observa en sus ojos negros, y la primera dama del país no sólo es una gran diplomatica y una embajadora por los derechos, sigue siendo su amiga—, los dos. ¿En dónde estaban…? ¿Qué había ocurrido aquel día qué te secuestraron? ¿Quién te secuestró?—Todo está bien, Clara. Estamos bien ahora —Julieta le sonríe con sinceridad, tomando sus manos—,
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