Mientras tanto, Rubén también trajo algunos alimentos importados para que todos disfrutaran en sus ratos libres. Antes de irse, añadió: —A partir de la próxima semana, todos los lunes enviaremos alimentos.Presenciando cómo la estación de enfermería y el consultorio se llenaban de regalos, los ojos de sus compañeros estaban tan abiertos como focos, con las bocas entreabiertas, como si cuestionaran en silencio: —¿Esto es real?Jimena, por su parte, miró los objetos sobre la mesa y, en un arrebato de rabia, los barrió al basurero. Vania Cortés, su seguidora, estaba a punto de imitarla cuando alguien intervino: —Esta bufanda la chequeé antes. Es muy cara, vale miles de dólares.—Este perfume también es una edición limitada, es muy difícil de conseguir.Al escuchar eso, Vania detuvo su mano a medio camino, justo cuando iba a deshacerse de los artículos, y tragó saliva.Tirar los bocadillos y el café no le causaba pena, pero enfrentarse a una bufanda de seda valorada en miles de dólares y p
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