La voz de Walter era tan embriagadora como siempre, profunda como la brisa nocturna, especialmente cuando mencionó la palabra «apaciguar», impregnada de un profundo amor y afecto por Jimena. Mientras Mariana escuchaba, sintió como si innumerables agujas diminutas le pincharan suavemente el corazón. Lo observó por un momento, finalmente se rio por lo bajo y sin decir nada más, regresó a la sala privada.Si Jimena se enterara de que las cinco langostas de primera calidad, que había elegido meticulosamente para vengarse de ella, finalmente fueron pagadas por Walter, probablemente saltaría de la rabia. La mirada de Walter siguió a Mariana, con una emoción en sus ojos tan complicada y enrevesada como las hojas caídas en el otoño.Antes, cada vez que oía que él iba a calmar a Jimena, ella siempre armaba un escándalo. Pero en ese momento, sólo lo miró una vez antes de irse en silencio. ¿Acaso había dejado de amar y por eso le daba igual, o amaba tanto que sólo podía fingir que no le import
Cerca del final, Walter se fue primero para llevar a Jimena a casa, mientras que Mariana fue la última en salir. Cuando se marchaba, pensó en ir a la caja para pagar la cuenta porque después habían pedido más comida, pero le informaron que Walter ya la había pagado. La idea de que él no lo hizo por ella le causó una amargura interna, como si jugo de limón hubiera salpicado su corazón.En ese momento, su envidia hacia Jimena creció, ya que ella lograba que Walter la amara tanto.Miró la hora y vio que ya eran las diez de la noche. Por alguna razón, hoy se sentía especialmente agotada. Quizás el entusiasmo del primer día de trabajo le había restado energías, dejándola vacía. Mariana no fue inmediatamente a casa, sino que decidió descansar un poco en el sofá del vestíbulo. No sabía cuánto tiempo había transcurrido, pero justo cuando estaba a punto de quedarse dormida, le pareció ver la silueta de Walter en la puerta.Pensó que era su imaginación, así que se frotó los ojos y se levantó
Al escuchar esas palabras, Mariana frunció el ceño, mostrando una evidente expresión de desagrado. Pero entonces se le ocurrió algo y comenzó a observar detenidamente los rasgos de Walter. Entrecerró los ojos mientras reflexionaba, y al cabo de un rato, respondió en voz baja: —Sí, voy a buscarme un universitario de casi dos metros, guapo, atlético y... que sea bueno en la cama.Walter se enfureció tanto que hasta soltó una carcajada, sorprendido de que esas palabras tan libertinas las hubiera dicho Mariana. ¿Bueno en la cama?—¿Qué pasa? ¿Te sientes sola? —le preguntó entre dientes mientras le apretaba la barbilla, con una expresión cada vez más sombría.—Tú coqueteas con otras mujeres todos los días, ¿por qué yo no puedo buscarme un chico? ¿Acaso es ilegal? —replicó Mariana, mirándolo sin temor.Walter estaba a punto de responder a su pregunta cuando la escuchó continuar: —Walter, no puedes tener un doble estándar. Si me pides que sea una buena esposa, tú también deberías comportart
Walter respiraba agitadamente, y de repente, los comentarios de aquellos años resonaron en su mente: —Mariana estaba pegada a Walter todo el día, pero en cuanto lo secuestraron, ¡se esfumó sin dejar rastro!Mientras reflexionaba sobre esas palabras, no pudo evitar levantar la mano y morderse ligeramente la uña. La expresión en su rostro se volvía cada vez más compleja, como si estuviera actuando una gran obra en su mente.—Ya eres un adulto, ¿y todavía te muerdes las uñas? —comentó Mariana, su tono lleno de burla.Al escucharla, Walter apartó inmediatamente la mirada, frunció el ceño y retiró la mano, mostrando una gran incomodidad.¿Podría ser ella?Si realmente fuera ella, ¿por qué no lo había mencionado ni una vez en los tres años?Las dudas llenaban la mente de Walter, y justo cuando estaba a punto de preguntarle directamente a Mariana qué había estado haciendo aquel año, la puerta del reservado se abrió de repente y el chef entró con la comida.—Filete y salmón a la plancha. Que d
—Walter, ¿llegaste a casa? —sonó la voz de Jimena, tan suave como una nube flotando en el viento.Walter miró hacia la puerta y, bajando la voz, respondió: —Sí, ya llegué.—¿Puedes llevarme al trabajo mañana en la mañana? —preguntó ella con una sonrisa tímida, y su tono era tan coqueto que casi se podía sentir a través de la pantalla.Él bebió un poco de agua, reflexionó por un momento y contestó: —Te recojo después del trabajo.Mañana por la mañana, tendría que ir a la cárcel a averiguar algo.Jimena, por supuesto, no estuvo de acuerdo y respondió de inmediato, con una voz aún más mimada: —¡No! Tienes que llevarme al trabajo en la mañana y luego recogerme. ¿Y cenamos juntos, ¿sí?Ante eso, Walter ya había agotado su paciencia y refutó sin rodeos: —Jimena, no me obligues a hacer cosas que no quiero hacer.La línea se quedó en silencio de repente y pasó un rato antes de que se escuchara una voz llena de cautela: —Entonces, ¿qué es lo que realmente quieres hacer?Walter se masajeó las si
Walter se quedó con la boca entreabierta, mirando aturdido el signo de exclamación rojo en la pantalla de su celular.¿Mariana lo había bloqueado en Instagram?Recobró el sentido y de inmediato llamó a Mariana, ¡sólo para descubrir que su número también estaba bloqueado! Cada vez que llamaba, sólo recibía el mensaje de «el número que marcó está ocupado».El rostro de Walter se oscureció como un cielo nublado mientras la ira surgía desde lo más profundo de su ser, volviendo su presencia sofocante.¿Cómo se atrevió esa mujer a bloquearlo?Además, cuando estaban cenando juntos, ¿no estaba todo bien? ¿Qué demonios había pasado en tan poco tiempo, mientras ella iba al baño?¿No solía ella desear estar pegada a él todo el tiempo, sin separarse ni un momento?Walter miró la comida inacabada de Mariana sobre la mesa y una sensación de irritación se apoderó de él.Después de un momento, se levantó y salió rápidamente del reservado. Al llegar a la barra, no tuvo tiempo ni de hablar cuando el due
2823 levantó bruscamente la cabeza y se encontró con los profundos ojos de Walter.Walter lo miraba impasible, pero en su corazón había una extraña sensación de nerviosismo.En ese instante, el nombre que pasó por su mente no fue Jimena, sino Mariana.Deseaba con todo su corazón que fuera ella, pero también le aterraba la idea.—¡Piénsalo y dime quién era! —gritó Walter con una mirada peligrosa.2823 bajó la cabeza, con las manos temblando incontrolablemente sobre sus piernas.Él fue el autor intelectual del secuestro, controlándolo todo. Después de apresar a Walter con éxito, lo vigiló constantemente, observando todos sus movimientos.Por lo tanto, naturalmente sabía quién fue la persona que los siguió aquel día y lo salvó.¡Era Mariana, siempre fue ella!La mimada princesita de la familia Chávez, una joven de poco más de veinte años, se atrevió a enfrentarse a ellos sola.Incluso estuvo dispuesta a sacrificarse para salvar a Walter.En aquel entonces, casi se compadeció de ellos y pe
El prisionero había mentido...Pero no tenía opción, debía pensar en toda su familia.***[Señorita, Walter fue a la prisión a visitarlo hoy.]Jimena estaba trabajando cuando, de repente, recibió un mensaje de Jorge, que la hizo estremecer como si algo la hubiera arañado.Respondió rápidamente: [¿Qué preguntó?]Jorge: [Preguntó quién lo salvó aquel año.]Jimena sintió de inmediato que le faltaba el aire y sus manos comenzaron a temblar sin control mientras escribía: [¿Y qué le dijo ese tipo?][Tranquila. No se atrevió a decir nada.]Jimena frunció el ceño, invadida por una ola de ansiedad.¡Walter estaba dudando de ella!Como siempre, era desconfiado por naturaleza. Aunque todos esos años le había estado diciendo que la amaba y que quería casarse con ella, en secreto investigaba si realmente era ella quien lo había salvado.En ese momento, Mariana abrió la puerta de la oficina y entró.Una doctora de su mismo departamento, Helena Escobar, se acercó a saludarla de inmediato: —Buenos día