Capítulo 104
Jimena sonrió y preguntó de nuevo con cierta malicia en su tono de voz: —¿Y puedo llevarme algo para llevar?

Mariana frunció el ceño, tratando de averiguar qué pretendía.

Jimena la miró fijamente, ya burlándose para sus adentros. ¡Por supuesto que quería vengarse! Mariana le había tendido una trampa la última vez para que comprara tanto alcohol en el bar, y ella todavía no lo olvidaba.

A pesar de sus dudas, Mariana mantuvo una sonrisa cortés y dijo: —Pide lo que quieras, señorita López. Yo invito.

Todos a su alrededor inconscientemente enfocaron su atención en las dos, sintiendo que la tensión en el ambiente era más emocionante que una película de Hollywood.

Jimena llamó al mesero y le preguntó sin rodeos: —¿Cuál es el platillo más caro que tienen?

—Tenemos cinco langostas australianas de primera calidad que llegaron hoy, cada una cuesta dos mil dólares —respondió el mesero con sinceridad.

En cuanto se pronunciaron las palabras, todos inhalaron profundamente. ¿Dos mil dólares por una l
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