Capítulo 105
La voz de Walter era tan embriagadora como siempre, profunda como la brisa nocturna, especialmente cuando mencionó la palabra «apaciguar», impregnada de un profundo amor y afecto por Jimena.

Mientras Mariana escuchaba, sintió como si innumerables agujas diminutas le pincharan suavemente el corazón. Lo observó por un momento, finalmente se rio por lo bajo y sin decir nada más, regresó a la sala privada.

Si Jimena se enterara de que las cinco langostas de primera calidad, que había elegido meticulosamente para vengarse de ella, finalmente fueron pagadas por Walter, probablemente saltaría de la rabia.

La mirada de Walter siguió a Mariana, con una emoción en sus ojos tan complicada y enrevesada como las hojas caídas en el otoño.

Antes, cada vez que oía que él iba a calmar a Jimena, ella siempre armaba un escándalo. Pero en ese momento, sólo lo miró una vez antes de irse en silencio.

¿Acaso había dejado de amar y por eso le daba igual, o amaba tanto que sólo podía fingir que no le import
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