En lugar de enojarse, Lorenzo curvó sus delgados labios con interés. Ninguna mujer se había atrevido a desafiarlo así, pero Celeste lo hacía, y Lorenzo no solo no se ofendía, sino que lo encontraba divertido. El tono despreocupado de Lorenzo encendió la ira de Celeste:—Lorenzo, Viviana no tiene rencor contra ti. ¡Ella es inocente! ¿De verdad quieres hacerle daño?Como una leona enojada, Celeste se volvió aún más encantadora, y Lorenzo se sintió cada vez más complacido por sus reacciones. Extendió la mano y le acarició la cabeza, pero el rostro de Celeste cambió rápidamente y apartó la cabeza para evitar su contacto. La gran mano de Lorenzo quedó suspendida en el aire, entrecerró los ojos y, de repente, agarró con fuerza su cabeza, despeinando su cabello con un gesto autoritario.Celeste quedó acorralada contra la pared, sin posibilidad de escape. Lorenzo era demasiado dominante. Siempre lograba lo que quería, incluso en asuntos triviales como acariciar su cabeza…—Ya te dije que no so
Leer más