—El trabajo aquí es muy bueno. Debes quedarte. Ah, por cierto, ya hemos arreglado la puerta de tu casa —dijo Andrés, creyendo que, después de contarle esa noticia a Celeste, ella debería estar más contenta.De todas maneras, si Lorenzo no le permitiera renunciar, sin importar si ella quisiera o no, tendría que quedarse en la empresa. La resistencia solo sería inútil.—Gracias. Voy a buscar mi teléfono y prepararme para trabajar.Algo desmotivada, Celeste se levantó y se encaminó hacia su oficina.—Jefe, ¿ella no está de buen humor? —preguntó Andrés confundido mientras miraba a la figura de Celeste. Al voltearse, vio que Lorenzo lo miraba con una expresión aún más seria, lo que le hizo sentir un escalofrío.Lorenzo le dijo con frialdad:—¿Es necesario arreglar la cerradura tan rápido?Andrés se quedó perplejo…***Después de una mañana agitada, Celeste fue a la cafetería de la empresa para almorzar. Tomó el ascensor hasta el piso donde se encontraba la cafetería y pasó por el pasillo de
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