Sentí mucho frío y miedo cuando mis ojos se encontraron con los charcos marrones de Caí. Con la mano temblorosa, aparté su mano e intenté sentarme correctamente, pero el dolor recorrió mi cuerpo haciéndome silbar. Todavía me dolían los brazos y me estaba tomando mucho más tiempo sanar porque el daño que él me causó era severo. Caí tiro de la palanca mientras colocaba mi cama en posición sentada. Noté la suave expresión de su rostro cuando se sentó a mi lado en el taburete. Mis ojos recorrieron la habitación y luego la puerta. Me pregunto dónde estaban las enfermeras y cómo entró Caí. —A… Ara, lo siento —dijo Caí con voz suave y me negué a mirarlo o darle alguna respuesta—. Por favor, perdóname. Última oportunidad. Dame una oportunidad más, cariño. Te amo, por favor —suplicó, tratando de tomar mi mano, pero la aparté—. Yo... estaba en mis sentidos esa noche, Ara. Créeme, por favor. No sabía cómo pasó eso, pero fue un error de emoción, por favor perdóname. Te amo, Ara. Lo miré imp
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