Escucho voces, muchas voces. Son de todos los tonos y de todos los tipos; chillones, agudos, graves, seductores. Hay algunos timbres enojados y otros alegres, tristes y neutros. Es como si de pronto pudiera escuchar a toda la gente del mundo, me siento como una fisgona. No logro reconocer palabras específicas, pues además hablan en diversos idiomas, hablan muy rápido.Siento algo agradable, es como una caricia amigable que me promete paz y alegría, que me grita que nada me puede dañar mientras esté cerca de mí. Y es tan cálida que le creo, pues algo tan bonito como eso no puede ser malo de ninguna manera. Me siento bien y feliz y tranquila. Pronto, me encuentro queriendo estar más cerca de la sensación, de olvidarme de todo lo malo que ha pasado en mi vida y de aceptar tener una segunda oportunidad.¿Así es la muerte? ¿Cálida y dulce? Entonces no es tan mala como pensé, nadie habría de temerla en dado caso. Es que es tan potente, es poder, es algo que todos ansiaríamos tener. Quiero e
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