La música de la sinfonía tocaba la melodía nupcial, la inmensa iglesia, de amplios ventanales coloridos y techos altos abovedados, estaba decorada con flores blancas por doquier, perfumando el ambiente.Michael solo había estado tan nervioso una vez en su vida.La noche en que le hizo el amor a Helen por primera vez y temía que ella lo rechazara.Hoy, al fin, esta hermosa mujer venía caminando hacia el altar, del brazo de Henry Edwards en sustitución de su padre, y sería suya para siempre.Los Carter, por supuesto que no estaban. Su madre moriría recluida en su habitación, sin salir, y su padre, desde que fue destituido de su puesto, cada día lo veía menos.A veces llegaba a las y tanto de la madrugada tomado, a Michael no le importaba lo que hiciera con su vida, siempre estaría al pendiente de su madre, pero lo había decidido, Helen y él vivirían en su propia casita, comprada solo para ellos dos.Los elegantes invitados se levantaron de sus bancas de madera a ver la entrada de la gl
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