Sophie recordó que cuando estaba en su estado . . . Ella, oía las voces. También oía ruidos aislados, como leves pitidos y zumbidos. Y a veces, por más que se esforzaba, era incapaz de moverse. No lograba articular los dedos de las manos, ni de los pies… ni siquiera podía abrir los ojos. Los brazos y las piernas le pesaban. El apretó la mano de ella y la beso con suavidad exclamando . . . Por qué ahora todo era tan distinto. A los días de haber despertado, ella le comentó a Dante que también oía su voz profunda, masculina, más diferenciada, empezó a aferrarse a ella cuando la oía, desorientada como estaba, igual que un náufrago se aferraría a un salvavidas. En ocasiones no alcanzaba a entender lo que decían las personas alrededor . Lo asociaba a un televisor, preguntándose si lo tendrian todo el tiempo un canal extranjero porque parecía que estuviesen hablando en otro idioma, o al menos con acento de otro país. También escuchaba la música de fondo, música clásica sobre todo, y
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