Por Florencia No pude evitar ir a la playa, su familia tiene una casa en Punta del Este, en realidad a unas playas de allí, pero el lugar hasta es más exclusivo aún. El primer día estaba tapada con una especie de salida de baño, tipo kimono, de verdad tenía mucho pudor. Cuándo llegaron Walter y Karla, que no se separan por nada del mundo, ella me hizo una seña para que me saque el kimono. Antes de que insista, porque conozco a mi amiga, lo hace porque dice que tengo que lucir lo que tengo y sentirme hermosa, porque según ella, lo soy, me saqué el kimono lentamente y con mucho pudor. También estaba mi cuñada y su marido. Alejo me dice al oído, aunque creo que lo escucharon todos. -Si quisiste crear expectativa para calentarme, lo lograste. -¡Alejo! Le digo avergonzada. Su mirada recorre mi cuerpo y con poco disimulo, se acomodó su entrepierna. Yo era un tomate, muy maduro. Walter lo escuchó o lo vió, no sé, porque se reía a carcajadas. Por suerte las niñas estaban en su mu
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