Diego suspiró. —En toda la ciudad, solo él puede protegerte. Papá ha tenido muchos enemigos en el pasado, pero ninguno de ellos se ha atrevido a tocarte gracias a Andrés. Lo que temo es que, si te divorcias, estarás en peligro, y yo aquí encerrado, no podré protegerte.La expresión de Julia se tornó triste.Diego continuó: —Julia, sé que estás sufriendo, pero Andrés puede protegerte. Mientras él no mencione el divorcio, no te divorcies. Con el título de Señora Martín, la gente no se atreverá a hacerte daño. Cuando salga de aquí, entonces podrás divorciarte, y yo podré protegerte.Julia no estaba muy convencida en su corazón.Pero no quería preocupar a su padre mientras cumplía condena.Diego prosiguió: —Julia, sé lo que estás pensando. Puede que sientas que tu matrimonio es infeliz y opresivo, pero la vida no siempre es feliz. Lo más importante es la vida misma. Ahora estoy aquí, no puedo protegerte, pero quiero que vivas bien.—Si él no te quiere, si no vuelve a casa, está bien. Tr
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