Capítulo 36. Una mentira bien dicha cala más que una verdad a gritos
Leonid no tenía idea de cómo Aisha conocía a Lorenzo, al menos no para que le tuviera la rabia que mostraban sus ojos y él podía percibir en su interior. Lars los vio a todos y fingió inocencia. —Perdón señorita no creo conocerla —entonces miró a Leonid—, puedo ver que estás bien, mi sobrina estaba preocupada por tu desaparición y aparentemente solo estabas de vacaciones. A Aisha le temblaba el mentón y sus ojos estaban vidriosos, ella veía fijamente al recién llegado. Leonid no respondió a Lars, primero se concentró en Aisha. — ¿De dónde conoces a Lorenzo? Debes estar equivocada. —Fíjate en él, siente su efluvio. Entonces Leonid miró a Lars, pero no sentía nada, tampoco los otros lobos. —Ha cubierto su aroma —informó Aziza que aunque recién hizo su primer hechizo tenía mucha teoría y conocimiento en hechizos, incluso más que Aisha. —Te dije que era una loca tío —enfatizó Portia mirando a Aisha con rencor—, una desquiciada que dice ver cosas y manipula a L
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