—¡Es suficiente Ana, has ido demasiado lejos!— le dijo Aníbal mientras entraba a la casa y se encontraba con ella tranquilamente sentada disfrutando de una taza de té, la mujer elevó el rostro con expresión fría, lo miró atentamente, colocó la taza de té sobre su platito y lo dejó sobre la mesa. —Supongo que te refieres a la interesante conversación que he tenido con tu amante. —Me refiero a todo lo que has estado haciendo, deja a mis hijos en paz, deja a Melina y a Ámbar también en paz, ninguno de ellos tiene culpa de que estés inconforme con tu vida— la mujer empequeñeció los ojos ante sus palabras— ¡Ya basta de lastimar a las personas que amo!—Tus hijos...en plural —dijo la mujer con tono tosco— no solo tienes un amante Aníbal, sino que esa mujer está embarazada, tuviste la inconsciencia de embarazarla para traer al mundo a un pequeño con el estigma de ser un bastardo. —¡Con un demonio Ana, guarda silencio, no llames así a mi hija!—A mi casa no vienes a blasfemar, ¡Aquí no nom
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