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Todos los capítulos de ¡He Pecado!: Capítulo 61 - Capítulo 70
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Capítulo 60; Travesuras en el confesionario ✝️🔥
Samuel sonrío al ver el mensaje de texto que ámbar le había enviado no sabía cómo ella había hecho para ingeniárselas y estar dentro de la iglesia cuando se supone que todo estaba cerrado de hecho él estaba por llamarla para ir a su casa y ahora resultaba que ella estaba en el confesionario porque aquel mensaje lo dejaba todo muy claro ella quería "confesarse". sonriendo se echó el celular al bolsillo de su camisa y caminó directamente hacia el confesionario abrió la puerta para entrar al confesionario y sentarse y la escuchó reír del otro lado. —Me estoy preguntando Cómo hiciste para estar aquí. —Tengo mis métodos — sonrió con picardía— ¡Padre, He pecado!, ¡he perdido la razon y el corazón por usted!, ¡no dejo de soñar con sus manos sobre mi cuerpo! —¿Es acaso esto un dejá vù?— preguntó con picardía Samuel, Ámbar era muy ocurrente y eso lo hacía feliz. —Puede ser, pero...— un par de segundos de absoluto silencio hasta que la puerta se abrió— volveré a usar este método p
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Capítulo 61; Libre para amarte.
Ana estaba horrorizada ante el descubrimiento y aún después de despedir al detective no hacía otra cosa que suplicar que aquello fuese falso, se fue directamente a su cuarto de oración donde se puso de rodilla frente a la imagen del Cristo —Esto no puede ser cierto, Dios mío— decía una y otra vez— esto no puede estar pasando, tiene que haber un error, mi hijo... mi hijo no puede haber caído en los pecados de la carne y Ámbar... no... no puedo creer que ella me haya traicionado de esa manera, ella sabe lo importante que es para mí y para mi hijo su servicio — Ana estaba escandalizada porque si hasta ese momento pensaba que su vida estaba yendo mal, sin duda alguna descubría que cada vez se ponía peor. Samuel pasó todo el día el resto de la tarde dedicado a enseñarle al sacerdote Malaquías el funcionamiento de la iglesia, las actividades que se hacían en la parroquia y todo lo destinado al templo, ciertamente a recibir la noticia de su baja ministerial hubiese querido tomar el docum
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Capítulo 62; Instrumento del mal.
Ámbar estaba evidentemente confundida y aún más descolocada estuvo cuando Ana pasó junto a ella abriéndose paso hacia dentro del departamento sin siquiera pedir su permiso para ingresar, Ámbar cerró la puerta tras parpadear. —Señora Ana qué alegría verle— dijo un poco nerviosa— aunque confieso que no esperaba verla a estas horas de la noche. ¿Está todo bien?— le preguntó con genuina preocupación. —No — respondió la mujer en tono agrio— nada está bien últimamente, nada puede estarlo. —Lamento escuchar eso— le dijo con preocupación, Ana barrio el lugar con la mirada percatándose de que en la isla de la cocina había un plato servido— me temo que te he tomado en un mal momento, supongo que vas a cenar— Ámbar desvió la vista hacia donde Ana miraba y rogó porque Samuel no saliera de la habitación, aún él no había hablado con ella y aunque quería decirle a la mujer cuánto amaba a su hijo estaba consciente que aquella no sería la mejor manera de hacer las cosas y no que se enterara en un m
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Capítulo 63; No juegues a ser Dios.
—¡Esto era lo que me faltaba!— dijo Ana con rabia mirando a su hijo—¿ así que estás aquí?, ¿Cómo te atreves Samuel? —He dicho que la sueltes, madre, suéltala ahora mismo— le dijo enojado por la manera tan vil en la que la mujer trataba a Ámbar, ejerció presion en su brazo y la mujer aplanó los labios. Ana la soltó y Ámbar se puso de pie alejándose de la mujer. — No puedo creer Samuel que hayas llegado a esto— le dijo mientras sacudía con fuerza su mano para liberarse del agarre de su hijo— No puedo creer que hayas cedido a ésto, que te hayas dejado arrastrar al pecado y hayas roto tus votos de castidad e inocencia, que le hayas entregado tu cuerpo a esta mujer esta mujer que no es una más que una vil mujerzuela. —¡Ámbar no es una mujerzuela!— le dijo furioso—¡Te exijo que respetes a la mujer que amo, es mi mujer!, ¡te exijo madre que de ahora en adelante te dirijas a Ámbar con el debido respeto!— le dijo furioso— es la mujer que amo. —¿L a mujer que amas?— le dijo enojada al ver
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Capítulo 64; La piedra de tropiezo.
—¡Ella no va a aceptarlo jamás!— dijo Ámbar caminando rápidamente hacia Samuel quién le abrió los brazos para recibirla con toda la ternura que sentía hacia ella y le dió un tierno beso en su frente. —¡Nunca aceptará que nos amamos! —No te preocupes por eso, si mi madre no puede aceptar el amor que hay entre nosotros eso significará una enorme brecha irreparable para mi relación con ella, porque yo no pienso renunciar a ti Ámbar, voy a luchar por esto que siento contra mi madre y contra el mundo entero si es necesario—ella asintió agradecida de que estuviese completamente seguro de lo que sentía— lamento mucho que mi madre te haya golpeado y te haya lastimado. ¡Ha perdido la cabeza! —Pierde cuidado— le dijo con una tierna sonrisa— espero que esas dos bofetadas le hayan servido para liberar un poco de su frustración. Gracias por defenderme y por defender nuestro amor. —No tienes que agradecerme amor mio— la miró con eterna admiración— No mentí Ámbar, estoy donde debo estar y no
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Capítulo 65; ¡Una arpía!
—¡Pero mira nada más Qué guapa te ves con esa panza!— le dijo Aníbal a Melina mientras llegaba a ella y la abrazaba por detrás ella observaba su figura en el espejo. —¿Te sigo apareciendo atractiva aunque parezca que me estoy inflando como globo?— le dijo con una risa tierna. —Me pareces la más atractiva de todas y tu pancita solo te hace ver muy, muy interesante y aún mas hermosa— se inclinó sobre ella depositando un tierno beso en su hombro y otro en su cuello. —Está creciendo muy rápido, ¿ no crees?, antes no se notaba pero ahora me parece que me está creciendo muy rápido, ¡ mira nada más! —Bueno, son casi siete meses así que supongo que es natural. —¿Crees que nuestra hija sea hermosa?— le preguntó con ternura— estoy rogando para que tenga tus ojos. — dijo Melina con ternura. —Nada de eso mi niña, nada de eso, yo he estado suplicando constantemente para que tenga los tuyos, aunque me parece que es un arma de doble filo, imagínate una pequeña igual de rubia que tú,
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Capítulo 66; Una visita inesperada.
—¿Qué es lo que sucede, hijo? Te noto demasiado nervioso, sé que me dijiste que era un tema delicado y que necesitabas mi ayuda, sabes perfectamente que puedes contar conmigo para lo que sea solo dime qué necesitas y yo, como tu padre, te ayudaré. —Las cosas con mi madre se ponen cada vez peor, ayer estaba en el departamento con Ámbar cuando apareció Antonia, la dueña y le solicitó el desalojo inmediato. Está más que claro que mi madre tiene las manos metidas en el asunto y Ámbar está bastante preocupada. —Tu madre está insufrible, no sé cuál es el empeño en hacerles la vida imposible de verdad, pero no debes preocuparte por eso siempre has llevado una vida modesta nunca me has pedido nada a pesar de que sabías que todo lo que poseo estaba absolutamente disponible para ti, por fortuna el dinero no es problema y tampoco es problema que encuentres una nueva casa para ti y para Ámbar. Justamente solicité esto para ti —le extendió un sobre el cual Samuel abrió y se encontró con varias
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Capítulo 67; ¿De qué es capaz?
—Váyase señora, usted no tiene nada que hacer aquí, nadie le dio permiso de entrar así que salga ahora mismo. —¿Esto se trata de dinero, verdad?— preguntó Ana manteniendo una postura recta elegante y severa— porque supongo que sí, se trata de dinero, dos mujeres jóvenes, muy guapas eso sí, buscando quienes les resuelvan la vida. ¿Cuánto quieren?— preguntó con burla— ¿Cuando desean para desaparecer de nuestras vidas? —Sé que para usted es difícil entenderlo pero yo amo a Samuel, no estoy por él por dinero porque le recuerdo que toda su vida la ha llevado de manera eclesiástica, es un hombre que ha prestado sus servicios a la iglesia llevando una vida modesta y exenta de lujos, Samuel no tiene dinero— le dijo con una sonrisa. —Pero es El heredero de los negocios de su padre y del capital que poseemos, es obvio que a largo plazo te funcionaría el plan, mi hijo es el único herede...— se detuvo de inmediato porque era obvio que Samuel ya no era el único heredero. Se giró hacia Melin
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Capítulo 68; La mano de Dios.
—¡Es suficiente Ana, has ido demasiado lejos!— le dijo Aníbal mientras entraba a la casa y se encontraba con ella tranquilamente sentada disfrutando de una taza de té, la mujer elevó el rostro con expresión fría, lo miró atentamente, colocó la taza de té sobre su platito y lo dejó sobre la mesa. —Supongo que te refieres a la interesante conversación que he tenido con tu amante. —Me refiero a todo lo que has estado haciendo, deja a mis hijos en paz, deja a Melina y a Ámbar también en paz, ninguno de ellos tiene culpa de que estés inconforme con tu vida— la mujer empequeñeció los ojos ante sus palabras— ¡Ya basta de lastimar a las personas que amo!—Tus hijos...en plural —dijo la mujer con tono tosco— no solo tienes un amante Aníbal, sino que esa mujer está embarazada, tuviste la inconsciencia de embarazarla para traer al mundo a un pequeño con el estigma de ser un bastardo. —¡Con un demonio Ana, guarda silencio, no llames así a mi hija!—A mi casa no vienes a blasfemar, ¡Aquí no nom
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Capítulo 69; Hasta que la muerte nos separe.
Aníbal gruñó al ver que en su teléfono se marcaba una nueva llamada de Ana, la quinta en menos de una hora, desvió la vista de la computadora completamente frustrado decidió tomar el teléfono —Hola, Ana. ¿ Qué sucede?— preguntó en un tono cortante— espero que me estés llamando para decirme que al fin firmaste los documentos. —Precisamente por eso te estoy llamando, estas semanas han sido de mucha reflexión para mí y mi silencio no ha sido porque me haya olvidado de que quieres tramitar nuestro divorcio ó de la vida que está llevando nuestro hijo, sencillamente me tomé una semanas para poder pensar y reflexionar en todo esto. —¿Y qué has pensado?— preguntó conteniendo un suspiro de fastidio. —He llegado a la conclusión de que lo mejor será que nos divorciemos— Aníbal aunque había esperado por mucho tiempo aquella frase no puedo evitar sorprenderse, ya que sinceramente no había imaginado que Ana le firmaría nunca el divorcio. —¿Estás hablando en serio?— le preguntó confundido
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