Mientras tanto, Fabiano, aunque se sentía aliviado de que su hermano estuviese bien, también se sentía triste, pero él entiende que, mientras su hermano no recupere la memoria, no logrará separarlo de su padre y menos si el maldito viejo se está comportando como el padre del año. —¡Maldito hipócrita! —gritó Fabiano, mientras estrellaba el vaso de whisky contra el piso. Nada le daría más gusto que meterle una bala a ese viejo en la sien. Fabiano no podía creer que, por primera vez en su vida, Vicente Santoro lo haya tratado como a una persona, pero lo más triste es que solo lo hizo, para engañar a su primogénito. El viejo Santoro ha odiado a su hijo menor, desde que estaba en el vientre de su madre, y Fabiano ha cargado con ese odio, toda su vida. Por eso, entiende que una relación cordial entre él y el viejo sería imposible, sobre todo porque su corazón está lleno de rencor y odio hacia su propio padre. Varios meses después… En una lujosa clínica de Canadá, una mujer estaba siendo
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