Todos los capítulos de MALDITA TENTACIÓN. Engañada por el prometido de mi hermana: Capítulo 201 - Capítulo 210
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 37.  Una mujer derecha
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 37. Una mujer derecha Sebastián no lo sabía, pero Michelle Dalton herida, era peor que un jabalí acorralado. Y en aquel momento lo estaba, esta herida por demasiadas cosas, comenzando por la desconfianza de Sebastián, por más contradictorio de aquello pudiera parecer. Era muy consciente de cuánto le había mentido desde que lo había recogido en aquella carretera, pero eso era muy diferente a que él creyera que ella era capaz de ponerle los cuernos con otro hombre. Porque para bien o para mal, equivocada o no, Michelle se había lanzado de cabeza y corazón a aquel matrimonio falso desde el minuto uno. —Dime una cosa —siseó levantando la barbilla para mirar a Sebastián a los ojos—. ¿Por alguna extraña y terrible casualidad de la vida estás insinuando pude encontrarme con ese hombre por alguna razón inadecuada? Sebastián apretó los labios porque jamás la había visto tan furiosa, pero no podía evitar aquel cosquilleo lleno de celos, producto de una insegurid
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 38. Un caballo sin jinete
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 38. Un caballo sin jineteSebastian apretó los labios con un gesto de frustración mientras escuchaba aquello. Sabía que Emperador estaba muy bien entrenado, pero seguía siendo un purasangre rebelde al que no le gustaría que una mujer furiosa lo gobernara, y sobraba decir que Michelle estaba furiosa.Lo peor de todo, quizás, era que no podía quejarse de eso, porque si su esposa estaba que echaba fuego por los ojos, estaba claro que él era una de las causas, si no la principal.Subió a la camioneta de inmediato y se dirigió a la salida trasera, hacia el camino que iba a la cabaña, pero antes de hacer aquel giro no le pasaron desapercibidas aquellas dos figuras que discutían a la vuelta de uno de los muros.—¡Me diste tu palabra, Franklin! —gruñía Walter Hughes—. ¡Tú y yo hicimos un acuerdo y yo cumplí mi parte!—¡Lo sé, lo sé, pero Michelle se casó con otro! ¿¡Qué quieres que haga!? ¿¡Dejarla viuda?! —espetó el señor Dalton y Sebastian frunció el ceño porque
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 39. ¿Es una posibilidad?
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 39. ¿Es una posibilidad?Jamás en su vida, o al menos en la poca que recordaba, Sebastian había imaginado que sentiría una desesperación semejante.Las partidas de hombres a caballo habían salido no solo hacia aquel bosquecillo de pinos, si no a peinar absolutamente toda la hacienda, porque por más que buscaron en los alrededores de donde había encontrado a Emperador, no habían podido hallar a Michelle por ninguna parte.En cierto punto su frustración fue tanta que comenzó a gritar, y de allí en adelante la llamaron a voces como si fuera una niña perdida.—¡Maldición! ¿Dónde está, dónde está? —murmuró con el corazón encogido porque en aquel momento comenzó a imaginarse toda clase de trágicas hipótesis, comenzando por el hecho de que alguien hubiera podido llevársela.Un escalofrío le recorría la piel al recordar que -por más celoso que hubiera estado-, había sido imposible no notar que la obsesión de Hughes por Michelle rayaba en lo malsano.Para cuando el
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 40. Un hombre celoso
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 40. Un hombre celosoSebastián juraba que jamás iba a temblar por nadie en su vida, sin embargo entrar a aquella habitación y ver cómo Michelle intentaba mantenerse tranquila a pesar de que acababan de reacomodarle los huesos del pie, hizo que algo dentro de él se estrujara.La quería, eso era innegable, y para acabar de rematar sabía que se había equivocado terriblemente con ella.La abuela Constance le hizo una mueca de compasión cuando lo vio entrar, y palmeó su hombro antes de decirle que se iría a casa.—Ella va a quedarse aquí el resto de la noche y estoy bastante segura de que a ti tampoco habrá quien te mueva —suspiró la abuela—. El médico dio los resultados preliminares y dijo que va a estar bien, Emperador no le dejó nada peor que unos cuantos raspones, así que con suerte mañana temprano la tendremos en casa.—Está bien, abuela, vaya a descansar. —Sebastián le hizo un gesto de confirmación con la cabeza porque al menos en eso estaban en la misma
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 41. Un intento de asesinato
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 51. Un intento de asesinato Tenía el sueño tan incómodo y ligero, que Michelle no tardó absolutamente nada en despertar cuando escuchó aquellos ruidos. El sonido inconfundible de un cuerpo cayendo al suelo, y encima seguido por todos aquellos gritos, fueron suficientes para lanzarse de la cama sin recordar siquiera no estaba ni como para apoyar los pies. Ahogó un gruñido de dolor en el mismo momento que aquella punzada le atravesó literalmente hasta la cadera, pero eso no evitó que saltara sobre su pie sano, desesperada, hasta que alcanzó la puerta de la habitación para mirar afuera. No podía llegar sola, estaba demasiado lejos, pero alcanzó lo primero que tenía a mano, que era un viejo jarrón, y lo lanzó con fuerza a unos metros de Sebastián. —¡Príncipe! —gritó al mismo tiempo que aquel estruendo de porcelana rompiéndose hacía que Sebastián se incorporara, sudando y jadeando mientras se tocaba desesperado los costados para asegurarse de que no estaban
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 42. Un motivo
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 52. Un motivo Su boca era suave y deliciosa, lo más suave y delicioso que Sebastián había probado en su vida, y ya no podía negar que el simple hecho de besarla le ponía los pies por las nubes. Apartó despacio la tela suave del pijama y su boca hizo un camino desde su garganta hasta sus pechos. Rodeó uno de los pezones con los labios y chupó tratando de aguantarse la sonrisa, porque sabía exactamente lo que iba a provocarle. Disfrutó de aquel gemido bajo, y de la forma en que el cuerpo de Michelle se arqueaba hacia atrás, ofreciéndose inconscientemente, porque ella también adoraba sus besos. Sebastián cerró los ojos mientras sus manos terminaban de recorrerla, centímetro a centímetro, caricia a caricia, despojándola de la poca ropa que llevaba y sacándole las bragas con el gesto más sensual y delicado del mundo. —Te voy a hacer esto muy despacito, loquita, te lo voy a hacer tan despacio que solo vas a protestar por más... Pero te vas a portar bien y lo
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 43. Reacciones
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 43. ReaccionesIvanna Stableton se había consolidado como una de las herederas más codiciadas de Nueva York, y Ranger era lo suficientemente inteligente como para haber investigado a fondo a aquella familia y saber que sus finanzas eran absolutamente estables y que Ivana no necesitaba casarse con nadie por dinero.Desde los dieciocho años tenía un fideicomiso millonario que encima había sabido poner en manos de profesionales que lo invirtieran bien, así que por muy superficial y materialista que pudieran creerla, la realidad era que no había indicios de que fuera el dinero lo que la moviera.—¡Pero tiene que ser ella! —exclamó Rufus golpeando en la mesa con las palmas—. ¡No puede ser nadie más, Ranger! ¿no lo entiendes? ¿A quién más podrían dejar viuda si mataban a Sebastián?—Pues tampoco tiene sentido que hayan tratado de asesinarlo antes de que se casara legalmente con Ivanna —replicó Ranger—. ¡Y créeme que ya le busqué por todos lados y no hay absoluta
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 44. El principio del fin
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 44. El principio del finNadie conoce realmente el alma de las personas, y por más extraño que pareciera, y por más desesperada que estuviera Ivanna Stableton, nadie podría imaginar jamás hasta dónde llegaba su determinación de encontrar a Sebastián.Durante semanas se había mantenido en el rancho, durante semanas había esperado y rezado y movido cada hilo que tenía para averiguar algo sobre él, sin embargo era como si la tierra se lo hubiera tragado.Pero ahora que estaba de nuevo sobre la pista no iba a perder la oportunidad.Rufus Vanderwood sabía algo. Ranger sabía algo, y no iba a permitir que la mantuvieran al margen.No le quedó más remedio que esperar, protestar, suplicar y esperar, porque mientras a ella no le decían nada, era evidente que Rufus tampoco le había dicho ni una sola palabra sobre aquello al resto de sus hijos. Y estaba bastante segura de que la única razón por la que el viejo patriarca no le había pedido que se largara de su propieda
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 45. Sin justificaciones
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 45. Sin justificacionesEra como una punzada, violenta y dolorosa en su subconsciente, como si alguien estuviera tratando de arrancar con un garfio sus más antiguos recuerdos.En el mismo momento en que Sebastián se acercó a aquella mujer y ella se le echó al cuello con lágrimas en los ojos, fue como si estuviera dando un paso extraño, uno que lo hacía pasar de una realidad a otra en un solo segundo.Retrocedió con un gesto vivo, apartándose para mirarla a la cara, sabiendo que la conocía.Él mismo no se daba cuenta, pero su respiración se hizo superficial en un instante, como si estuviera sufriendo un ataque de asma o de pánico. En su cabeza había cientos de imágenes mezclándose, cientos de voces, cientos de pequeños fragmentos, de escenas, de segundos colisionando hasta que sus ojos se llenaron de lágrimas, con la conciencia extraña de que acababa de reconocerse.Dio algunos pasos atrás, con la mano extendida como si estuviera buscando cualquier apoyo, y
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LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 46. Mentiras y verdades
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 46. Mentiras y verdadesSebastián tenía tantas interrogantes en la cabeza, tantas preguntas, tantos miedos, que pensaba que se iba a volver loco de un momento al otro.Su mente era una nebulosa de hechos reales y de mentiras que se iban entrelazando y que por desgracia, muchas no tenían una explicación coherente.—¡Contéstame, maldit@ sea! —gritó tan exasperado que segundos después vio cómo la abuela Constance y Merci salían de la casa.—¡Ella no sabía nada! ¡Ninguna de las dos sabía nada! —le advirtió Michelle porque lo último que quería era que todo el resentimiento que estaba aflorando en ese momento en su… “no esposo”, fuera a descargarlo con personas que no lo merecían—. ¡Fue mi culpa, todo lo hice yo! —sentenció mirándolo a los ojos con firmeza—. Yo fui la que te encontré en un costado de la carretera...Sebastián retrocedió un paso y en un segundo volvió a aquel momento: Lo habían asaltado, lo habían golpeado lo suficiente como para creer que no iba
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