Jazmín se quedó allí, temblando, su corazón latiendo frenéticamente. La figura que había disparado se acercó, revelándose como Fabio. Bajó el arma, su rostro pálido pero decidido.— ¿Estás bien, señora Belmont? — preguntó con preocupación, acercándose a ella.Jazmín asintió débilmente, sus piernas casi cediendo bajo ella.— Sí... sí, estoy bien — murmuró, aunque su voz no tenía mucha convicción. El terror de ese momento aún la envolvía, y las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos —. Ella lo sabe. Ella lo sabe.Sin embargo, su cuerpo perdió fuerza y sus ojos se cerraron, dejándose abrazar por la oscuridad, y antes de caer completamente al suelo, unos brazos fuertes la sostuvieron.Fabio, inmediatamente la cargó y se adentró dentro del hospital. El primero en reaccionar al verla, fue Roberto.— ¡Jazmín! — gritó, corriendo hacia ella. Mientras la colocaban en una camilla, Roberto se acercó junto con Santiago —. ¿Qué pasó?— La encontré en el estacionamiento. Volví para entregarle s
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