Bella asintió. —¿Qué necesita, tía?La señora Romero le explicó: —Has de saber que la situación de Yolanda es complicada. Ahora mismo necesito encontrar un aroma que no le resulte desagradable y pueda ayudar a calmar sus emociones.—La abuela me ha dicho que eres experta en perfumes, así que me preguntaba si podrías ayudarnos a crear uno especial para Yolanda.Teresa le explicó que, si bien había muchos profesionales de la perfumería, tanto a nivel nacional como internacional, Yolanda se resistía al contacto con extraños y le costaba expresar sus preferencias.Por eso, acudía a Bella.De hecho, en una ocasión anterior, cuando estuvieron en la antigua casa, Pedro le había planteado lo mismo.Pero Bella entonces se había negado, al no conocer a Yolanda ni saber cuáles eran sus gustos.Ahora, al ver la esperanza y la súplica de la señora Romero, y a Yolanda, tan dócil, mirando la tablet, Bella no tuvo valor para volver a negarse.—Tía, puedo intentarlo. —asintió Bella.—¡Gracias, Bella! —
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