Si dejar de escuchar por un momento tenía aterrorizado a Brandon, oír un centenar de balas enterrarse en sus objetivos, enterándose de esa manera que habían sido infiltrados lo llenó de algo peor que el miedo. La oreja le estaba sangrando, pero no se fijó en ello alcanzando la glock 40 que recargó para caminar con grandes zancadas hacia el extremo que Kiara tomó.No se le iba a ir de las manos. No se le volvería a burlar en la cara. Kiara por su lado se topó con una puerta bloqueada que empujó sosteniendo su oreja, al mismo tiempo que estampó la palma al verse desorientada y sin ninguna arma para defenderse, contrario a quienes se estaban acercando. Lanzó una patada. Pero el vidrio era muy fuerte como para ceder y poder abrir de esa manera. El desespero le ganó al ver el grupo que iba acercándose, buscando otra forma de salir, viendo una puerta que empujó y al fin cedió, pero no había salida. Solo era un cuarto de insumos, oscuro, maloliente y con nada más una rejilla para salir.
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