— No, Helen. Eso que planeas hacer está mal. ¿Es que acaso te has vuelto loca? De verdad, ¿Cómo estás pensando en ir a meterte con ese sujeto? — Aren insistió, sintiéndose muy enojado por lo que yo le proponía. — Aren, lo lamento, de verdad, créeme que esto no es algo que yo quiera hacer. Pero, no me queda más de otra, tengo que hacerlo. Es la única manera que encuentro de que este pueda hablar — dije a Aren, tratando de ser insistente con la decisión, pero no sin querer ser fastidiosa a tal punto de querer hacer enojarlo.— Reflexiona mejor las cosas, porque ni creas que voy a permitir que cometas esa locura. No te voy a apoyar con esto. ¿Entiendes? — dijo Aren con determinación, y volviendo a concentrarse a dar la vuelta para acercarse hasta la puerta de la habitación y retirarse de aquí, demostrándome que estaba muy enojado por mi decisión.— ¡Aren! ¡No te vayas así! — grité, pero ya era muy tarde, Aren se marchó y cerró la puerta de un portazo muy fuerte. Dejándome a mí allí, con
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