Estaba sentada en la cama, con sus manos unidas, las gotas de lágrimas caían sobre sus piernas mientras los minutos pasaban. Y pasaban muy deprisa.Era hora de la visita, pero Robert no llegaba.Le dijo que iría, más aún nadie iba por ella, lo que indicaba que él no había llegado. Se puso de pie, yendo hacia la puerta y observó el exterior, se veía muy desierto, escuchó unas pisadas, alguien se acercaba, ¿podría ser que alguien fue a visitarla?—Contra la pared, manos sobre la cabeza.—le indicaron antes de abrir la puerta.—Tiene una visita familiar, Robert Graham. ¿La acepta?—la pregunta estaba de más, ella los esperaba con desesperación.—La acepto.—respondió con alegría. Le colocaron las esposas y a Alice ya no le daba tiempo de secar su rostro.Entró a aquella sala y lo primero que vio, lo primero que sus ojos buscaron con desespero, observándolo al fondo de aquella la hizo sonreír.¡Era su hijo!Deseó que le retiraran las esposas con prisa, pero todo era un proceso. Cuando se vio
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