La cabeza aún le daba vueltas, las resacas no le sentaban bien y más si aquella noche había hecho algún desastre. Sabía que había estado llorando, sobre su cama y ebrio, incluso llegó a llamar a Loren mientras lo hacía, pero esta no hizo más que reprenderle por lo que había hecho.Se encontró desesperado, sin saber qué hacer, ya estaba humillado, rechazado y un poco roto por saber que Mary Jane estaba queriendo a otro hombre.—¡No…!—al hablar fuerte su cabeza martilleó, sus manos cubrieron los ojos, la luz de la ventana había sido lo que lo despertó, se fijó en la hora, pero solo eran las ocho allí—. ¡Demonios!Ahora incluso tenía que irse, y sin hablar con Mary Jane en condiciones.Al salir de la ducha vio quince llamadas perdidas de Loren, no sabía que su móvil estaba en silencio y no escuchó ninguna de ellas. Caminó hacia la ventana, desnudo, mirando al exterior, devolvió la llamada a su cuñada, ahora más sobrio, pero siguiendo estando muy avergonzado.—Buenos días, pequeño dormiló
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