117. ¡La muerte de Marie!
Michael, visiblemente frustrado, golpeó la mesa de la sala de reuniones con tal fuerza que hizo vibrar los vasos de agua.Sus venas parecían a punto de estallar bajo la presión de la impotencia.— ¡No podemos seguir así! ¡Es como si James y Sophie se los hubiera tragado la tierra!—gritó, perdiendo su control. Parecía que caminaban por callejones sin salida, y cualquier pequeña pista los llevaba de cabeza a una pared que no podían traspasar.Hanna, como de costumbre, jugaba con su cuchillo, girándolo nerviosamente entre sus dedos.Su rostro, normalmente sereno, reflejaba la preocupación que la atormentaba por no poder cumplir, por primera vez, con una orden de su jefe.— Lo sé, Michael —dijo Hanna al fin, levantando la vista y mirando a Michael—. Pero no tenemos pistas. Hemos revisado cada detalle, cada posibilidad, y nada. Es como si se hubieran esfumado del mapa.— Tal vez la clave esté en algo que hayamos pasado por alto. Un detalle insignificante, una pista que no supimos interpretar
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