—Ese desgraciado, es mi padre Philipo Curvello, yo quería conocerlo y averigüé sobre él, lo llamé e informe diciéndole de nuestro vínculo, me cortó la llamada, lo fui a visitar e insistí en conversar, me rechazó, yo de tonta, le había enviado una invitación al evento pensando que estaría contento de
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