Entró, se dirigió al pasillo, se acercó a la puerta y la abrió, allí estaba su Bella, con su cabeza recostada en el escritorio, hipeaba producto del llanto, cerró la puerta con sigilo y se le acercó—¿Por qué lloras amor? —preguntó con ternura.Ella nerviosa levantó la mirada, tenía los ojos rojos e
El sol de la toscana iluminaba a lo alto del firmamento, pero la brisa apaciguaba cualquier indicio de calor, la Villa Ferrari, engalanada esperaba ser testigo de la unión entre Anabella Estrada y el hombre con quien habia decido unir su futuro. Los jardines vestían hermosas flores de colores, dest
—Están con Amine en la sala de juegos. ¿Por qué necesitas pensar? ¿Qué pasó? ¿Discutiste con tu novia? —interrogó Taddeo.—Terminé mi relación con Coralia—le respondió.—Padre pero eso es una excelente noticia—le dijo contento—. Ahora debes hablar con mi mamá.—Ya hablé con ella Taddeo. Y las cosas
—Te amo Anabella Estrada y yo prometí no buscarte, pero fuiste tú la que vino a mí, pero ahora no voy a dejarte escapar—le dijo él mirándola con ternura. —Yo tampoco quiero irme, porque te amo, pensé que habías dejado de amarme porque me abandonaste los últimos quince meses, no me atendías ni las l
—Efectivamente es una afirmación, te estoy informando que vas a casarte conmigo—expresó seguro.—Uf, eres un creído y de paso anti romántico. No sé si deba aceptarte, déjame pensar porque esa propuesta está muy sobria—dijo observándolo con picardía. —Bueno me enmiendo frente a ti. Señorita Anabella
—No estoy nerviosa, estoy ansiosa. No tengo nada que temer —expresó con confianza Anabella.Llegó la hora, bajó al jardín donde hermosas sillas y mesas decoradas en blanco y colores cálidos, armonizaban con el paisaje, su padre caminó a su lado mientras esperaban al inicio de la alfombra de pétalos
Luego les preguntó—Anabella Estrada, ¿Aceptas y recibes como esposo a Sebastián Renaldo Ferrari Castello, para amarlo y respetarlo, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de tu vida hasta que la muerte los separe? —Si acepto y lo recibo—. Respondió ella en voz
Sebastián se encontraba relajado en el área de la piscina, sentado en una de las sillas de las mesas del jardín, leyendo un libro, cuando siente unos pasos detrás de él, al intentar voltear, unas pequeñas y suaves manos le cubren los ojos para evitar que viera, mientras soltaba una sonora carcajada,