Diez minutos después, el coche se detuvo delante de la comisaría.—Llegamos a la comisaría. Puedes bajarte, niño. Ten cuidado.—¡Gracias, señor! Después de encontrar a mi papá, ¡seguro que te agradeceremos!—Bien.Hilario sacó el equipaje de Mateo del maletero y lo siguió con la mirada mientras entraba en la comisaría. No sabía por qué, pero ese niño extraño siempre le resultaba familiar. Sin embargo, lo más importante ahora era dirigirse a la mansión. Temía que las dos hermanas volvieran a pelear por alguna disputa. El vídeo sobre la extracción de médula ósea de Eliana sigue reproduciéndose. Guillermo, escuchando los gritos desgarradores de su propia hija, se puso tan emocionado que temblaba, como si fuera a levantarse de la silla de ruedas.«¡Eliana, mi hija! ¿Cómo es posible? ¡Qué experiencia dolorosa! ¡María, si hubiera sabido entonces, no te hubiera adoptado! ¡Tú eres un demonio», pensó Guillermo y se puso rojo de la ira, emitiendo un sonido apenas perceptible en su garganta, per
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