Valeria miró a su hermano, que las estaba observando de reojo cada cinco minutos. —No te preocupes, no tendrás que insistir demasiado —le aseguró, notando el brillo en los ojos de Elliot—. Está que se muere por ti, pero ya deja el estira y encoje, Emma; no tienes diecisiete años. Si te gusta solo d
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