INFORMES PERDIDOS. Elara, con paso apresurado y la respiración ligeramente agitada, cruzó el umbral de la empresa. Había llegado tarde, un hecho inusual para ella, especialmente en un día tan crucial. La noche anterior, había estado trabajando hasta tarde con Nathaniel en el nuevo proyecto. ―Buenos días ―saludo a los dos guardias de seguridad. No hubo respuesta, solo miradas. Algunas de los hombres eran intensas, demasiado directas, cargadas de una codicia que no podía descifrar. Las mujeres, por otro lado, susurraban entre sí, soltando risitas que perforaban el aire con una frialdad desconocida. Elara sintió un nudo en el estómago, pero su determinación era más fuerte que su confusión. «¿Qué pasa? Ay Elara no te distraigas y mejor sube rápido, aún tienes mucho que hacer» pensó, decidida a no dejar que el ambiente la afectara, caminó hacia el ascensor con la cabeza en alto, aunque su mente bullía con preguntas. Pero incluso Margarita, quien siempre tenía una palabra amable o un ge
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