Lucian entró por la puerta de la mansión de la Manada de Plata con el ceño fruncido. Caminaba con pasos pesados, sus botas hacían eco en el suelo de cerámica. Los lobos que estaban allí se retorcieron y apenas lo miraron, no parecía tener las pulgas felices y un alfa molesto no era nada bueno.Subió las escaleras en busca de Dante. Buscó su olor y definió que estaba en su cuarto y todavía durmiendo pues era primera hora de la mañana. Después del sueño que había tenido y de la noticia que debía ir urgente como que no estaba en sus mejores momentos.Avanzando por el pasillo vio el perfil de un lobo de cabello oscuro junto a la ventana. El pantalón ajustado con la camisa de mangas largas que llevaba lo reconocía, lo había visto antes, al menos la silueta, los rayos de sol entraban por la ventana y bañaban su cuerpo por lo que era complicado verlo a detalle, no importaba. Se acercó con mejor ánimo, ver a Lukyan le refrescaba toda su conciencia. Pasó el brazo por encima del hombro y sonrió
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