NARRADORA— ¡No, no, no, vamos, funciona, funciona! Hakon gruñía, desesperado, haciéndose cortes en la muñeca, como un demente que ya no quiere su vida.No importaba cuantas veces la pared se reparara, el hielo se derretía con mayor rapidez.La última barrera de defensa, estaba cada vez más delgada.“¡Ana, tienen que parar, no podré contenerlo!”Le gritó en la mente a su mate, que enseguida dejó de avivar el fuego Centuria.— ¡Alto, Dalila, se está afectando la otra barrera, Hakon no puede aguantar! – gritó en pánico, pero era imposible detenerse.Al menos Dalila, cesó, pero a su lado, Aidan continuaba en su estado de magia inducida.La magia de fuego fue cediendo, el cabello de Dalila bajó, su boca se detuvo de pronunciar encantamientos y sus ojos enrojecidos, volvieron a su color habitual.Miró hacia Aidan, pensando que se había detenido también, pero no era el caso.— ¡Aidan, ya basta, no sigas cachorro! ¡Continuaremos de otra manera! ¡Aidan!No parecía escucharla.— ¡Aidan hijo,
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