Cuando Draco entró al pasillo del castillo fue recibido por Adrián, preso del pánico, que se quedó mirando el estado de Flor, horrorizado.—Puedes entregármela, Príncipe —dijo Adrián, acercándose para tomar a la chica, pero Draco no se la entregó.—Guía el camino a su habitación —dijo en un tono cortante mientras Adrián se tomaba un segundo para salir del shock antes de acompañarlo a su habitación.La nariz de Draco se arrugó al mirar la pequeña habitación claustrofóbica, pero, para su sorpresa, olía bien. Tal como ella.La arrojó sobre la cama, no con suavidad, pero tampoco con brusquedad. Adrián examinó su herida y chasqueó. Luego procedió a comprobar su respiración antes de gritarle órdenes al guardia para que buscara al sanador.Draco observó a Adrián en silencio que parecía estar demasiado preocupado por ella.Miró a la chica una vez, sus ojos se dirigieron a su labio inferior que estaba sangrando, por un segundo tuvo la necesidad de lamerlo, pero frunció el ceño. Su rostro se ha
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