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Todos los capítulos de Selenelion (Sol y Luna): Capítulo 81 - Capítulo 90
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CAPÍTULO 81: Hasta nunca, Brenda
Tomó aire inhalando profundamente mientras empezaba a caminar hacia su oficina, y cuando estuvo a unos cuantos metros del cubículo de Brenda, achicó los ojos, fulminándola con la mirada, mientras ella acomodaba unos libros en su escritorio.—No es necesario que lo hagas —le dijo y ella elevó la vista, percatándose de su presencia.Arrugó la frente con confusión y luego sonrió atónita; sin embargo, la frente de Salomé no se alisaba y sus brazos se mantuvieron cruzados en el pecho, reprimiendo las ganas que sentía de abalanzarse y acabar con ella.—¿Por qué, señorita? —preguntó la rubia, sin esperar la respuesta que su jefe le daría:—Porque hace exactamente —miró el reloj en su muñeca—. Doce minutos con veintinueve segundos, ya no trabajas aquí —sonrió irónica—. Estás despedida.La pelos de escoba se quedó tiesa y abrió levemente la boca sin poder creérselo.—¿Q-qué dice?—No me hagas repetírtelo niña, debes saber que solo me estoy conteniendo por Jimmy, o hace tres minutos habría empe
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CAPÍTULO 82: El castigo
Enmudeció, se puso rojo como un tomate y el corazón inició una maratón, mientras los ojos de Salomé lo absorbían y sentía como iba cayendo poco a poco en ese par de agujeros negros, que luego de atraparlo, no lo soltarían jamás…—Yo… —Sus cuerdas vocales solo emitieron el sonido de una monosílaba, alargando el final.—Tú… —elevó una ceja sin dejar de mirarlo—. ¿Quieres acabar con mi paciencia?—Lo olvidé —reaccionó exhalando un suspiro—. Simplemente, lo olvidé, ¿acaso no puedo tener amnesia?—No puedes, si se trata de algo como eso, Jimmy —afirmó con la misma fiereza en su voz, que poseía cuando le había hablado a Brenda, pero sus ojos delataban que los sentimientos hacia él, eran benévolos—. Al menos me alegro de que no le hayas correspondido, gracias por eso…Jimmy sonrió sintiéndose triunfante.—Entonces…—Sin embargo, —lo interrumpió—, mereces un castigo.—¿En serio? —los ojos de Jimmy brillaron como un par de diamantes al escuchar su palabra favorita.Sabía en qué consistían los
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CAPÍTULO 83: Esto apenas empieza
La sonrisa en el rostro de Salomé no pasó desapercibida por todo el personal que se cruzó por los pasillos, y la saludaron sonrientes de verla tan “feliz”, sin imaginar a lo que se debía.La picardía que hizo con el pobre Jimmy le ayudó a que su humor mejorara considerablemente. Esa había sido una de sus peores fechorías, pero no se arrepentía, él tenía que entender que no podía burlarse de ella, como si la amnesia fuera selectiva… «Pimpollo atrevido.»Cuando estaba en el ascensor, su teléfono sonó y contestó de inmediato al ver que se trataba de Sayda.—¡SALOOO! —gritó en cuanto ella le contestó.—¿Acaso todos quieren volverme sorda?, ¿qué carajos te sucede?—¡Salo! —sollozó—. Necesito de tu ayuda.—Se te partió la uña del corazón otra vez por estar haciendo tus cochinadas…—Nooo, esta vez no es eso.—¿Entonces?—Es… es sobre… —Balbuceó—. El pelirrojo intenso, bueno, ex intenso.Lo sabía… esa reacción emocional era típica en ella cuando estaba realmente nerviosa, o algo malo le estab
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CAPÍTULO 84: La tortura
Se dio la vuelta rápidamente y sacó la silla tras su escritorio.—Siéntate, ahora te atenderé como el rey que eres.Jimmy la miró entrecerrando los ojos con sospecha.Estaba seguro de que esa mujercita planeaba algo en su contra; tanta amabilidad en un castigo no parecía normal después de lo último que le había hecho; sin embargo, obedeció porque no quería que le fuera peor, y se acercó, sentándose en la silla que ella había apartado para él.Luego la vio dar la vuelta y arrastrar la otra silla para ponerla a su lado y sentarse ahí.—¿Piensas darme la comida como a un bebito?—Así es —afirmó sonriente—. Destapa el plato y mira la delicia que hay dentro.Jimmy quitó la tapa y arrugó la frente, al ver que el plato contenía un montón de ahuyama con lo que parecía ser carne picada.Eso no se veía nada bien, y emitió una arcada por la forma asquerosa en la que lucía el platillo.—¿Vas a obligarme a comer eso?—No, guapo, no voy a obligarte.—No tengo apetito, ¿entonces puedo irme?—Si quie
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CAPÍTULO 85: Ardiendo
La jaló de la mano arrastrándola fuera de la oficina, directo al ascensor, y para ese momento Salomé ya estaba roja de la vergüenza y la anticipación de los hechos.—¿Qué haces, Jimmy?, la jornada aún no termina.—Me importa un comino que aún no termine —dijo cerrando la puerta del ascensor y marcando el botón -1.—Pero… Jimmy, tu padre estaba preguntando por ti.—¡Que se joda!Llegaron al parqueadero y Jimmy no la soltaba de la mano, arrastrándola hasta la pequeña poni.Le abrió la puerta del copiloto y a ella no le quedo de otra que meterse obediente.Llegaron a la mansión y él besó el sensor para entrar, mientras que Salomé se dejaba llevar como una niña con sus mejillas sonrojadas.—¿Dónde quieres hacerlo? —le preguntó una vez estuvieron adentro.Ella lo dudó por un momento, y él tomó la decisión por ella, llevándola al mismo rincón alejado donde ella lo había llevado a él hace tiempo.Abrió la puerta del cuarto de juegos y la hizo pasar primero, para luego ponerle el seguro al en
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CAPÍTULO 86: Concurso de ballet
Después de ese día, todo empezó a ir mejor para los dos, en especial para Jimmy. El amor de Salomé estaba curando sus heridas y opacando el dolor que lo atormentaba por la pérdida de su nana.Ella le propuso que visitaran a Anita y a Pilar en el cementerio y él aceptó, después de que había dicho que no volvería a pisar ese horrendo lugar que estaba lleno de dolor y muerte.Se vistieron temprano para alcanzar a ir y compraron dos ramos de flores hermosas para cada tumba. Al llegar, Salomé acomodó las flores de Anita, mientras Jimmy cambiaba las de su madre, luego los dos se quedaron un rato reviviendo recuerdos y hablando con ellas.Jimmy se sentía tranquilo, el dolor no se había ido del todo y lo cierto era que, con la muerte de Anita se le había despertado también el dolor por la partida de su madre. Era como si hubiera vuelto a perderlas a las dos al mismo tiempo; sin embargo, volteaba a ver a Salomé, que le sonreía cariñosamente y el mirarla hacía que una pequeña ráfaga de viento s
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CAPÍTULO 87: Victoria la vengadora
La jornada laboral concluyó y Jimmy salió de C.M.L. directamente a Textiles Sol, pero primero decidió llamar a Salomé, antes de entrar a buscarla, porque no estaba seguro de que ella se encontrara allí.—Aló.—Hola pulga.—Hola pimpollo.—¿Dónde estás?—Eh… yo ando en el apartamento de las gemelas, ¿por?—Ah, pensé que estabas en la empresa.—Hoy no había mucho trabajo, así que…—¿Nos vemos en un rato en la casa? Tengo algo que comentarte.—Yo también, pero… es que saldré con las chicas.Era viernes, y ya suponía que ella se iría de rumba.Le hubiera gustado salir con ella, pero lo cierto era que, últimamente, a él no le agradaba salir de fiesta, sino más bien ir a beber solamente, y al enterarse de que ella no estaría con él esa noche, se decidió.—Está bien, entonces nos vemos mañana, cuídate.Colgó la llamada y enseguida le marcó a Paul.—Dime Jimmy —contestó con el ruido de fondo de la calle.—¿Tienes planes para esta noche?—No, ninguno, acabo de salir de la universidad, ¿quieres
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CAPÍTULO 88: El compás del amor
Jimmy se quedó mirándola fijamente por unos segundos y luego, simplemente se aferró a sus labios nuevamente…Tenía hambre de ella, la deseaba tanto que no iba a desaprovechar un segundo más. Lo demás podía esperar; él también tenía algo importante que decirle, pero sus ansias de hacerla suya eran más fuertes.—Jimmy —pronunció Salomé en un susurro que terminó en gemido, mientras él le besaba el cuello, justo por debajo de la mandíbula.—Calla —le ordenó, fastidiado, por tener que separar los labios de su piel.Ella tenía la cabeza inclinada hacia atrás, para darle paso a su boca. Era evidente que también moría de deseo por él, y por esa razón solo protestaba con las palabras, porque el cuerpo respondía de otra manera.Se había aferrado a su camisa, apretándolo por las costillas, queriendo pegarse a su cuerpo desesperadamente.Él siguió el descenso por su garganta, tomándose un tiempo para saborearle la clavícula y finalmente llegar al comienzo de los pechos, que tenía cubiertos con es
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CAPÍTULO 89: La decisión más acertada
Salomé despertó en la cama de Jimmy sin recordar en qué momento había llegado ahí. Tal vez se había quedado dormida entre sus brazos en la cocina mientras se abrazaban.No era raro que eso sucediera, estaba cansada, y esa dosis de amor y orgasmos la había dejado todavía más exhausta.Se estiró en la cama bostezando y suspirando después, feliz de la vida… Él no estaba a su lado, quizás se había levantado al baño, pero comprobó que no era así cuando lo buscó allí y no lo encontró.No le importó mucho, tal vez había tenido que salir, aunque era sábado; podría estar en el gimnasio ejercitándose. Le encantaba hacer ejercicio; a pesar de que él era quien lo había dado todo, esa noche, para ella, nunca era suficiente cuando se trataba de tonificar los músculos.Salomé, por el contrario, casi no se ejercitaba muy seguido; a veces simplemente salía a correr en las mañanas y solo con eso se mantenía en forma.Estaba haciendo un hermoso día; el cielo lucía despejado y el sol alumbró la habitació
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CAPÍTULO 90: Ave voladora
Paul lo agarró del brazo arrastrándolo a la salida y Jimmy se dejó llevar contento. Llegaron a una joyería y se pusieron a escudriñar la tienda como un par de amigas comprando vestidos. Los dos no paraban de sonreír, mientras veían anillo tras anillo, sin poder decidirse por alguno; ni siquiera Paul sabía cuál recomendarle, todos estaban hermosos, y ambos querían llevarse toda la tienda, pero por fortuna, una chica amable llegó a rescatarlos, atendiéndolos sonriente al ver que no se decidían. Les enseñó una de las joyas más valiosas que tenían. Un anillo en oro blanco, adornado con diamantes diminutos que formaban un corazón. Jimmy quedó encantado en cuanto lo vio, y Paul sonrió también, abriendo los ojos como platos al contemplar semejante belleza. Ese era el indicado y lo había encontrado. Le pagó a la chica con la tarjeta, y ella le entregó el anillo en una bonita caja diminuta de terciopelo. Se lo guardó en el bolsillo de la chaqueta y salieron de ahí, brincando de alegría, de
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