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Todos los capítulos de El universo que inventamos: Capítulo 41 - Capítulo 50
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CAPÍTULO 41: No me falles
Las caricias de su mano sobre el dorso de la mía me despiertan y aunque tengo una extraña sensación de desorientación, el solo hecho de mirar sus ojos azules me trae de vuelta a la realidad. —¿Cómo estás, pequeña? —me pregunta mi chico sonriendo. —Algo atontada, pero bien, y mejor porque estás tú. — Rachel me contó como fue la pelea. —Besa el dorso de mi mano—. Mi pequeña valiente. —Solo me defendí amor. —¿Cómo empezó todo? —Me encontré con ella en el pasillo y me dijo que yo estaba contigo solo porque eres el hijo del director; no soportó que la pusiera en su lugar. Alexander agacha la mirada con tristeza. —Fue por mi culpa. —¡No, no digas eso! —objeto. —Si ella no estuviera interesada en mí, tú estarías bien. —Que le gustes a una chica hasta ese punto no es algo raro; a mí también me ha pasado con chicos como Cristóbal, por ejemplo; al principio era muy intenso. —Cristóbal es un santo comparado con esa guillada. Me alegra que piense así de mi nuevo amigo, pero sus ojos t
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CAPÍTULO 42: Tenemos que hablar
Alexander Llevo varios días pensando qué debo hacer. Abril es la mujer que amo y no quiero saltar ese abismo… «¿Por qué las cosas del amor tienen que ser tan complicadas?» Recuerdo la noche que pedí ese deseo donde la imaginé a ella… Abril se convirtió en esa mujer que tanto quise y ahora lamento que no haya aparecido antes en mi vida, tal vez así las cosas hubieran sido diferentes y quizás no estaría atormentándome con la idea de que debo dejarla ir… Hoy le darán la salida del hospital y estoy esperando que mi abogado pueda persuadir a mi padre para que expulse a esa mujer. A pesar de que se inició un proceso legal de demanda en su contra, no quiero volver a verle la cara en este instituto y mucho menos, sabiendo que puede estar cerca de mi pequeña. Esta mañana fui a hablar con la doctora que la atendió y me dijo que el golpe que le propinó Abril no le rompió la nariz, sino que únicamente reventó algunos vasos sanguíneos y eso fue lo que le provocó el sangrado, además de que las
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CAPÍTULO 43: No hay vuelta atrás
Es imposible explicar lo que siento… El aire no llega a mis pulmones como antes y tengo que respirar profundamente, mientras percibo el hueco en mi pecho por la ausencia de mi corazón hecho trizas… Recuerdo cuando él me besó por primera vez en sueños. Estaba acostada en mi cama cuando entró y vi su sombra en el umbral de la puerta; sin embargo, no me asusté como seguramente le hubiera pasado a cualquier otra chica; en mi caso se sintió como si hubiera llegado el hombre que había estado esperando hace mucho tiempo… Me quedé en silencio y él parecía un poco tímido al principio, pero luego empezó a acercarse lentamente hacia mí, consiguiendo que no pudiera quitarle los ojos de encima y me puse de pie para esperarlo, grabándome su manera de caminar. Se acercó tanto a mí que dejé de respirar, pero el aire no les hizo falta a mis pulmones cuando él dio ese primer paso que me dejó sin aliento… Ladeó su cabeza acercándose a milímetros de mi boca, y antes de que chocara sus labios con los míos
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CAPÍTULO 44: El nuevo trabajo
Han pasado varios días y Alexander y yo no hemos hablado. Estoy completamente alejada de él, cumpliendo obedientemente su voluntad, aunque me cueste en lo profundo de mi alma. Sé que debemos hablar, pero aún no me siento preparada; necesito dejar que pasen unos cuantos días más para poder tenerlo frente a mí sin querer arrojarme a sus brazos y pedirle que volvamos. Para ser mi primera ruptura amorosa, creo que he sido bastante fuerte; ya no he vuelto a llorar desde ese día y todavía puedo reírme. Mi mejor amiga y Cristóbal me han ayudado mucho, acompañándome y haciendo que mis días sean más fáciles de llevar. He visto que Alexander y el maestro Jack ahora se llevan mejor; parece ser que se han vuelto amigos y me alegra saber que él ya no está tan solo. Su nivel de madurez está muy por encima que el de la mayoría de alumnos y por eso nunca lo vi compartir el tiempo con nadie más que no fuera yo. Siempre he creído que Jack y Alexander tienen cosas en común, son más o menos parecidos.
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CAPÍTULO 45: La carta
—¡Rachel!, no puedo creer que hayas bebido tanto. Me lanza una mirada apagada. —Estoy triste. —Hace menos de veinte minutos que te dejé sola y mira lo que hiciste. —Echo de menos a Christopher, mucho. —Lo sé, pero, es peligroso. —Relájate Abril, solo hay mujeres. —Hay unos cuantos hombres bebiendo en la barra y estás sola en esta mesa. —Deja de regañarme y mejor siéntate a beber conmigo, yo ya te acompañé una vez, ¿recuerdas? —Sí, pero ese día estábamos con los chicos. —Es solo un ratito —me mira haciendo un puchero. —Está bien, te acompañaré, pero solo me tomaré una más; no podemos terminar las dos borrachas, ¿después quién nos saca de aquí? —Solo una más, lo prometo. Me siento en el sofá reclinable junto a ella y llamamos al chico de ojos verdes. —Hola, ¿cómo te llamas? —le pregunto cuando se acerca. —Sebastián, pero puedes decirme Sebas. —Esa sonrisa coqueta me recuerda a Cristóbal. —Mucho gusto, soy Abril. —Le tiendo la mano y él deja rápidamente la cerveza sobre la
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CAPÍTULO 46: La despedida
Alexander Son las cinco de la tarde y estoy completamente solo y aburrido; ya no sé en qué más emplear mi tiempo para dejar de pensar en ella, está dando vueltas en mi cabeza las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. A veces me ocupo trabajando para mi “querido” padre en algunas cuestiones que tiene que resolver del instituto, ya que no le alcanza el tiempo por estar metido en sus negocios raros; recibo un buen pago por esto, pero no es un trabajo de tiempo completo sino de algunas horas y algunos días y por eso me queda mucho tiempo libre. Tengo diez llamadas perdidas de mi hermana Hannah; todo el día ha estado buscando la manera de contactarme. No va al instituto solo porque tiene cosas que hacer en el teatro, de lo contrario la tendría detrás de mí todo el tiempo. Estoy pensando seriamente si vale la pena darle una oportunidad, para que me explique por qué motivo me ocultó algo tan grave y tan importante. Mi cabeza está a punto de reventar con tantas preocupa
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CAPÍTULO 47: Eres un imbécil
No quería irme tan rápido, pero mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas y ahora estoy llorando sin poder contenerlas; quizás soy una cobarde y debí quedarme más tiempo, pero no lo soporté… Hay muy pocas personas transitando por las calles a esta hora; sin embargo, cada uno de ellos me mira con lástima al cruzarse conmigo, pero no se detienen para averiguar lo que me pasa. No sé por qué me siento protegida y cuando miro a mis espaldas descubro la causa: Alexander viene caminando a unos cuantos metros detrás de mí. Los latidos de mi corazón se vuelven frenéticos y considero la idea de que quiera decirme algo más; sin embargo, es obvio que si así fuera ya me habría alcanzado; él solo quiere cerciorarse de que llegue bien a casa. ≧◠‿◠≦✌ Antes de entrar, vuelvo a mirar atrás y él se ha quedado parado en la esquina de enfrente con las manos en los bolsillos del pantalón, esperando que yo cruce la puerta; no tardo mucho en hacerlo y enseguida corro a la ventana para mirarlo una vez más
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CAPÍTULO 48: Señor seducción
Mi pulso se acelera y me quedo pasmada por un instante mirando la cara preocupada de Hannah.—¿Alexander está bien?—Sí, sí, él está bien, no te preocupes —responde proporcionándome tranquilidad.Suelto un suspiro y abro más la puerta.—Pasa y me lo cuentas.Hannah asiente y cruza el umbral, yendo directamente a sentarse en la sala de estar; me siento junto a ella.—Es sobre mi hermano —afirma—, bueno, mi medio hermano —corrige—. Él no está bien.—¿Qué sucede?—Está enfermo y solo en Corea —explica jugando nerviosamente con sus dedos—. Tiene diecisiete años y vive en un pequeño apartamento que le compró mi padre, pero él ni siquiera lo llama, a pesar de que sufre de una enfermedad hereditaria por parte de su abuelo materno, que se llama hemofilia; debido a su condición, tiene hemorragias frecuentes y pueden ser muy peligrosas.—Oh, lo lamento mucho, Hannah.—Ayer precisamente tuvo una hemorragia nasal muy fuerte y no la podía parar —añade mostrándome su angustia—. Me preocupé mucho cu
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CAPÍTULO 49: ¿Habrá algo que él no pueda hacer?
En la cara de Rachel se puede leer la palabra “pánico”, y; sin embargo, asiente dispuesta a apoyarme.—¿Estás segura de que podemos hacer esto? —pregunta.—No, pero no tenemos otra opción; si no la ayudamos ya, puede morir y la veterinaria más cercana está a veinte minutos en carro, quién sabe si resista y no me quiero arriesgar —argumento y ella asiente—. ¿Puedes ir por un par de guantes, por favor?—Está bien.Rachel se va corriendo y me acurruco para mirar de cerca a la madre perruna; efectivamente, está teniendo un cachorro, pero al parecer le cuesta mucho.Los minutos pasan y la ansiedad de verla ahí suplicando con sus ojitos rojos, crece; sin embargo, justo cuando me pregunto si el par de guantes son realmente necesarios en un momento de urgencia como este, Rachel aparece con el encargo y me pongo manos a la obra.Con los guantes puestos y el cabello recogido, intento varias veces sujetar al cachorrito, pero se me resbala de las manos y resulta ser más difícil de lo que pensaba.
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CAPÍTULO 50: Tengo café caliente
Me bajo del auto para subirme al asiento del copiloto y Alexander esboza una sonrisa de satisfacción cuando empiezo a ajustarme el cinturón de seguridad.Le devuelvo la sonrisa y nos miramos por unos segundos hasta que desvío la mirada al panel de instrumentos del coche…—¡Demonios!El reloj marca las 17:55.—¿Qué sucede? —pregunta Alexander.—Voy tarde para el trabajo —respondo mientras la ansiedad empieza a consumirme.—Estamos cerca, yo te llevo.—Está bien, gracias.Arranca el auto enseguida, y a las seis en punto ya estamos frente al pub.—¿Quieres que te acompañe adentro? —me pregunta mientras me desabrocho el cinturón.—No hace falta, ya hiciste mucho por mí hoy —sonrío—. Deberías irte a descansar.—Aquí estaré a las once para llevarte a tu casa —asegura.—No es necesario de ver…—Sí, es necesario —me interrumpe—. Es peligroso que una chica ande en la calle sola a esa hora. Vendré por ti y no se discute.Suelto un suspiro y abro la puerta del carro.—Está bien, adiós.En la pue
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