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Todos los capítulos de El universo que inventamos: Capítulo 111 - Capítulo 120
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CAPÍTULO 111: Sincronizados
Me quedo sola en el cuarto mirando la puerta, sintiendo como el nudo de mi garganta se va haciendo cada vez más grande impidiendo que pueda respirar con normalidad; me hago bolita en la cama y me aferro a la almohada enterrando mi cara en ella para que ahogue mi llanto. El padrastro de mi futuro esposo resultó ser mi padre y ahora no sé si eso pueda ser un problema para nosotros. Tengo miedo… tengo mucho miedo de cómo vaya a reaccionar Alexander cuando se entere; sin embargo, al mismo tiempo, lo único que quiero es verlo y que me dé un abrazo tan fuerte que una mis pedazos rotos como solo él sabe hacerlo. Él es el único que puede calmar el dolor que siento en mi pecho con su calor, su olor y sus besos dulces.Alguien toca la puerta y no respondo, no tengo voz ni aliento; estoy sumergida en un pozo profundo del que no puedo salir. Mis ojos están inundados y no puedo ver bien, solo escucho el clic de la puerta cuando se cierra y segundos después, la silueta de mi novio de cierne sobre
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CAPÍTULO 112: Adiós, Shiro
Alexander Estoy en el cuarto vistiéndome cuando de pronto recibo una llamada a mi celular de un número desconocido: —Aló. —Buenas tardes, hablo porque vi el afiche del gato blanco que usted rescató y estoy segura de que es el mío. —Mi día se acaba de arruinar—. Se llama "Copo" y se escapó hace más de una semana cuando viajábamos; se salió de nuestro auto en la carretera en cuanto nos detuvimos para comprar algo y desapareció, no pudimos encontrarlo. Es un gato completamente blanco, tiene ojos azules y una muesca en forma de luna en la oreja izquierda, en la foto no se ve eso, pero yo conozco muy bien a mi gato y estoy segura de que es el nuestro. Me quedo taciturno con el teléfono presionando mi oído. La descripción que ella está dando de "shiro" es la correcta; él tiene exactamente una pequeña muesca en forma de media luna en su oreja izquierda. Creí que su dueño no aparecería y esa noticia me causa una punzada dolorosa en el pecho. —Sí, disculpe, ¿con quién hablo? —¡Oh, sí, q
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CAPÍTULO 113: Sirena blanca
—¿Shiro? —Alex se queda estupefacto mirando por el espejo durante un instante, y luego abre la puerta del carro y sale rápidamente.No me percato de lo que ocurre hasta que escucho los maullidos conocidos y mi corazón golpea mi pecho con fuerza.La sonrisa que tiene Alex en el rostro mientras carga al gato y empieza a acariciarlo, lo dice todo. Él está feliz, incluso más que yo...—¡Shiro! —Me abalanzo hacia ellos y empiezo a acariciar al gato que no para de ronronear.—¿Qué haces aquí, amiguito? —cuestiona Alex.—¿Él vino desde tan lejos?, ¡no puedo creerlo!—Es un gato muy inteligente.—La distancia de la casa de Ana al hotel es más o menos corta en auto, pero a pie es un largo recorrido —deduzco asombrada—. ¿Ves?, te dije que los gatos tienen habilidades mágicas.Alex sonríe ampliamente sin dejar de acariciar a Shiro.—Vamos a darte de comer, debes tener hambre.—Voy por la comida —afirmo entusiasmada y corro a abrir el baúl del auto.Saco el paquete de croquetas para gato, junto c
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CAPÍTULO 114: Tres vidas por un negocio
«¡No puede ser cierto!»Mis manos tiemblan sosteniendo la maldita nota mientras sigo leyendo: “Si quieres volver a verlo, ve a esta dirección, ni se te ocurra contarle a tu amado Allen, o cuando lleguen aquí juntos, encontrarán un delicioso guisado de pollo para la cena”.Arrugo la nota, desatando mi desesperación en ella, pero vuelvo a alisarla de inmediato para revisar de nuevo la dirección. No estoy segura de dónde es, pero parece ser en un sitio muy desolado; sin embargo, no tengo otra opción, debo ir a rescatar a mi gallo…Entro al cuarto para cambiarme los zapatos por un par de tenis cómodos, y Panqueque, que estaba acostado en mi cama, se levanta meneando la colita al verme. Lo apachurro entre mis brazos despidiéndome de él y salgo de la casa.Cuanto quisiera que Alexander estuviera conmigo ahora… Con él me siento a salvo y protegida; mi chico es fuerte y valiente, siempre me ha salvado de todo, pero ahora no puede estar conmigo por el bien de nuestro gallo.Paro un taxi y le
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CAPÍTULO 115: El primero que apriete el gatillo
AlexanderEsta mañana, mientras estaba desayunando, recibí una llamada de Mon-Ki; al parecer necesita ayuda con unos informes del instituto, ya que me dijo que es urgente y que eso nos tomará bastante tiempo. Si esa mujer no hubiera dejado de insinuarse conmigo, seguramente habría renunciado hace mucho tiempo, debido al montón de tareas que tengo ahora. No es que no me guste lo que hago, me encanta, pero me incomoda estar mucho tiempo cerca de ella; a veces creo que está tramando algo, quizás me quiere tender una trampa, por eso nunca bebo del café que me lleva a la oficina y soy muy cuidadoso con el trato que le doy.Estoy conduciendo hacia el instituto, que ahora es el sitio más cómodo para trabajar; antes lo hacía en mi apartamento, pero debido a que ella quiere que trabajemos en equipo, sin duda, prefiero ir todos los días hasta allá en lugar de permitir que pise aunque sea la portería del conjunto. Por mucho que Abril quiera convencerme de que la coreana ya cambió, prefiero segu
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CAPÍTULO 116: Los Ángeles no mueren
Según mi conciencia, hay dos razones por las cuales el hombre que amo dijo esa última frase. La primera: está completamente loco, la segunda: es demasiado valiente; sin embargo, una tercera opción llega un instante después a mi mente y resulta ser la correcta: Alexander es locamente valiente… El sujeto que nos tiene secuestradas hizo una pequeña pausa al escuchar su respuesta. Es obvio que no esperaba que Alex rechazara su propuesta; lo investigaron lo suficiente como para estar seguros de que él no arriesgaría la vida de la mujer que ama y la de su hermana, pero esto no les sirvió de nada. Los pocos segundos de duda y confusión que se toma el secuestrador que lleva el mando, son suficientes para que Alex desenfunde dos pistolas del interior de su chaqueta, apuntándoles a ambos. La vacilación de ellos y la seguridad de Alex es lo que nos salva… En ese mismo instante se escuchan dos estruendos. Alex acciona las dos armas al mismo tiempo, atinándole al líder en la frente y al otro e
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CAPÍTULO 117: Amnesia
No puedo explicar con palabras lo que siento... Solo sé que mi corazón empieza a deshacerse poco a poco mientras lo miro completamente anonadada, sintiendo que mi pulso se debilita; si no fuera por su mirada seria y su ceño fruncido, podría pensar que me está jugando una broma muy pesada; esa es mi única esperanza en este momento.—¿Estás bromeando? —cuestiono sin apartar mi mirada de sus ojos que me observan con desconcierto—. No hagas eso Alexander porque no es divertido.—¿Quién es usted? —repite, notándose enfadado—. ¿Por qué cree que le haría una broma pesada en el estado en el que me encuentro?, ¿me puede explicar por qué acaba de besarme?Mi respiración se vuelve pesada, y puedo ver por debajo de mis párpados, cómo mi pecho se mueve a gran velocidad.—Amor... —pronuncio débilmente, acercándome a él para tomar su mano—. ¡Soy yo, Alex!, ¡soy tu prometida!—¿Prometida? —cuestiona, soltando mi mano—. Lo siento, señorita, pero tal vez se está equivocando de paciente, yo no estoy com
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CAPÍTULO 118: Desde cero
El silencio reina en la habitación; nadie se había decidido a intervenir hasta que Hannah toma a su madre del brazo y la arrastra hacia afuera. Rachel, Christopher y yo nos quedamos en la habitación con Alexander en completo silencio hasta que él mismo lo rompe:—¿Quiénes son ustedes?—Abril es tu novia, Christopher y yo somos sus mejores amigos y también los tuyos —explica Rachel.—¿Dónde nos conocimos?—A Abril y a mí en el instituto A.M.R.A., y a Christopher en un club.—No recuerdo para nada sus caras —asegura negando con la cabeza—. ¡qué extraño es todo esto!—Lo sé, amigo, debe ser muy difícil para ti y créeme que para nosotros también lo es; aunque tú eres el principal afectado y lo entendemos —dice Chris—. No queremos presionarte ni nada parecido, puedes tomarte todo el tiempo que quieras para volver a conocernos si es necesario. —Palmotea suavemente su hombro—. Estaremos aquí.—Gracias por tu comprensión.—No te preocupes, Alex, nosotros te queremos mucho —dice Rachel, sin po
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CAPÍTULO 119: Volver a verla
Me despierto en la mañana, bañado en sudor, completamente agitado y nervioso…«¿Qué fue ese sueño?»La imagen de esa chica está grabada como un tatuaje en mi mente y por más que restriego mis ojos con el dorso de mis manos, su rostro no desaparece… Necesito darme una ducha y no esperaré hasta que Hannah venga y me acompañe como si fuera un niño de cinco años; ahora estoy solo en el apartamento y nadie podrá evitar que me levante de la cama.Camino hasta la ducha despacio y abro la llave de la bañera a una temperatura templada; espero pacientemente a que se llene hasta la mitad y me sumerjo con cuidado para empezar a lavar mi cuerpo con la esponja. El agua me refresca de una manera gratificante, limpiando mi cuerpo, pero no logra borrar el rostro de esa chica de mi mente…«¿Por qué soñé con ella?, ¿por qué fui a su casa?, ¿por qué le dije todo eso?… ¿Cuál fue su deseo?…»No recuerdo haberla visto antes, ni mucho menos haber soñado con ella en alguna otra ocasión; sin embargo, su cara
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CAPÍTULO 120: Bendito golpe
Es un día más de clases sin él, y estoy sentada en mi sitio de siempre, mirando hacia la silla donde él solía sentarse, tratando de imaginarlo ahí, tan guapo como siempre, prestándole atención al maestro con su mirada seria, o la sonrisa que tenía cuando estaba conmigo, pero no…, él no está y quien sabe cuando voy a volver a verlo.Cristóbal se sienta en la silla de atrás todos los días y trata de animarme como siempre, con sus chistes malos, pero, lastimosamente, aún no me acostumbro a su ausencia en mi vida y me avergüenza admitir que lloro por las noches al no poder verlo. Decidí darle su propio espacio, pero siento que me estoy ahogando como si estuviera metida en un cubo, por no verlo.El maestro aún no empieza la clase y Cristóbal sigue haciéndome reír con las cosas que dice, pero de pronto comienzo a tener esa sensación de inquietud que es propia de cuando voy a verlo, y mis ojos se desvían cada dos segundos a la puerta, esperando que cruce el umbral. Mi pulso se acelera y mi r
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