Mientras Valentina observaba fijamente a Marko, sentía tanto miedo. Ahí estaba otra vez esa versión extraña que jamás logró comprender de su jefe. Y si daba un paso en falso, terminaría repitiéndose la historia, donde él destruiría todo su mundo, porque antes de odiarla, sabía que, ante todo, estaba su obsesión, su oscura y enfermiza obsesión por poseerla por completo.Valentina, veintiocho años (tres meses antes de morir):Lorenzo desplegó una enorme sonrisa retorcida y apoyó sus dos manos sobre el escritorio negro de cristal, observaba fijamente a Marko Rumanof.—Dime, ¿cómo lo vas a impedir? ¿Acaso tienes pruebas que puedan delatarme? —Dejó salir una risa ronca que hizo hervir la sangre de Marko.El hombre de un rápido movimiento tomó a Lorenzo del cuello de la camisa. Sus respiraciones estaban agitadas y el corazón de Marko palpitaba con mucha fuerza.—Vamos, Marko, a menos que aceptes mis reglas, jamás podrás librarte de este problema, ella nunca podría creerte —dijo Lorenzo, aun
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