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Capítulo 21: Aliados
La penumbra envolvía la biblioteca privada de la mansión de Marko, apenas iluminada por la cálida luz de un par de lámparas antiguas. Las paredes estaban cubiertas de estantes de madera oscura rebosantes de libros encuadernados en cuero, y un aroma a papel viejo y barniz llenaba el aire. En el centro, una gran mesa de caoba sostenía un pesado candelabro de bronce, aunque ninguna de sus velas estaba encendida.Marko estaba de pie junto a una de las altas ventanas, con las cortinas entreabiertas dejando entrever la noche estrellada. Su rostro, habitualmente sereno, ahora mostraba una mezcla de preocupación y determinación. Vestía una camisa blanca con las mangas arremangadas, y el cabello oscuro caía desordenado sobre su frente.Valentina, sentada en uno de los sillones de cuero frente a la chimenea apagada, lo observaba con atención. Su vestido de seda azul le daba un aire etéreo, pero había una sombra de cansancio en sus ojos claros. Cruzaba las manos en su regazo, intentando mantener
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Capítulo 22: los límites entre las verdades y las mentiras
Sentada con la espalda erguida en uno de los sillones, Merina llevaba un vestido ajustado color crema que resaltaba su figura. Sus uñas perfectamente pintadas de rojo tamborileaban sobre el reposabrazos mientras observaba las fotografías acomodadas sobre la mesa de madera.—Como le decía, señora —comenzó el detective privado, un hombre de rostro anguloso, con barba incipiente y un traje que parecía caro, pero algo desgastado—, la madre de Valentina tiene un pequeño negocio familiar. Venden medicinas naturales. Es modesto, pero parece que les va bastante bien, son populares en la zona.Merina no dijo nada, pero tomó una de las fotografías. En ella, una mujer de mediana edad, de cabello castaño claro y semblante amable, aparecía detrás de un mostrador lleno de frascos y cajas de diferentes colores.— ¿Y el padre? —inquirió, su voz tranquila, pero con un hilo cortante.El detective hizo una leve aceptación con su cabeza y deslizó una foto.—Trabaja como contador en el Banco Rumanof. Según
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Capítulo 23: Si te quedas a mi lado
El recuerdo del primer beso que Marko le había dado en su fiesta de cumpleaños cuando eran niños era uno de los más hermosos que conservaba. Los radiantes ojos azules del niño destellaban inocencia y amor puro, al igual como su sonrisa, era cálida y amena.Valentina quería quedarse allí, sentada en aquella piscina, siendo una niña de siete años. En aquellos tiempos todo era felicidad, Marko Rumanof era su mejor amigo, a su lado se sentía segura, nadie en el colegio la molestaba y su familia aún no se había separado.Su cuerpo se volvió pesado y por fin pudo arrastrarse al recuerdo, quedándose allí y siendo feliz..Estaba seguro que pasaba algo, podía presentirlo. Valentina no era de las que nunca contestaban el celular, ella siempre le respondía.Se dirigió a la casa de Rosa y no esperó a que Valentina le abriera la puerta. Afortunadamente tenía una copia de las llaves de Rosa y abrió, comenzando a llamar a Valentina, pero no le contestaba. Corrió escaleras arriba y empezó a buscar e
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