Sentada con la espalda erguida en uno de los sillones, Merina llevaba un vestido ajustado color crema que resaltaba su figura. Sus uñas perfectamente pintadas de rojo tamborileaban sobre el reposabrazos mientras observaba las fotografías acomodadas sobre la mesa de madera.—Como le decía, señora —comenzó el detective privado, un hombre de rostro anguloso, con barba incipiente y un traje que parecía caro, pero algo desgastado—, la madre de Valentina tiene un pequeño negocio familiar. Venden medicinas naturales. Es modesto, pero parece que les va bastante bien, son populares en la zona.Merina no dijo nada, pero tomó una de las fotografías. En ella, una mujer de mediana edad, de cabello castaño claro y semblante amable, aparecía detrás de un mostrador lleno de frascos y cajas de diferentes colores.— ¿Y el padre? —inquirió, su voz tranquila, pero con un hilo cortante.El detective hizo una leve aceptación con su cabeza y deslizó una foto.—Trabaja como contador en el Banco Rumanof. Según
Leer más