"Lo siento mucho, Vee...". Empezó a llorar cuando le rodeé el cuello con las manos. Mis garras se clavaron en su piel. Me agarró las manos, con los ojos fijos en los míos. Me gustaría castigarla, alargar su muerte, pero no podía soportar pensar en ella caminando por la misma tierra que yo. Me tomó
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