Ana, con lágrimas en los ojos, suplicó:—Hermano, pregúntale a Dulcinea si quiere quedarse. Al mantener la prisionera, ¿en qué se diferencia su vida de la mía antes? Hermano, te lo ruego, déjala libre. Si sobrevive, déjala cuidar de Leonardo, que viva su vida. Ya ha sufrido demasiado… Hermano, nunca te he pedido nada, por favor, hazlo por mí.Era la segunda vez que los hermanos discutían por Dulcinea.Luis quería mucho a Ana y no quería herirla, pero tampoco quería soltar a Dulcinea.Finalmente, colgó el teléfono y levantó la palanca.El helicóptero ascendió hacia el cielo azul…La figura de Ana se hizo más pequeña, ella seguía llamándolo:—Hermano, ¿lo has olvidado? Cuando saliste de la cárcel, ¿cuánto te dolió mi matrimonio? ¡Peleaste con Mario tantas veces! Pero cuando se trata de Dulcinea, ¿por qué no la valoras igual?—Hermano, no solo me duele Dulcinea, también me duele verte.—No quiero que te atrapes en un matrimonio sin amor. Lo de ustedes ya terminó, ella ya no te ama.—No te
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