Sin piedad, la destruyó.Dulcinea abrió los ojos con sorpresa, sus manos pálidas presionadas contra el vidrio frío, mirando las luces de neón de la ciudad, tan brillantes y coloridas…Y ella, en ese momento, tan humillada.¿Este hombre detrás de ella, que la estaba sometiendo con tanta crueldad, era Luis? ¿Era el Luis al que una vez amó? Al principio, ni siquiera quería tocar un cabello de ella, y ahora la trataba como a una prostituta, presionándola contra la ventana.—Luis…—Luis…Tosió unas veces, dejando manchas de sangre en el vidrio transparente.No dejaba de llamarlo, solo en momentos de dolor extremo, al llamarlo, evitaba desmayarse… pero no llamaba al hombre que la torturaba ahora, sino al que una vez amó.Al Luis que nunca la lastimaría.¿Por qué no terminaba?Ya lo había hecho varias veces, ¿por qué no acababa, por qué no la dejaba en paz… sabía que le dolía.En medio del dolor, la arrojó, y sin apoyo, se deslizó lentamente hasta el suave alfombrado.Pero eso no fue el final
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