A la mañana siguiente, a las 9 a.m., mientras un médico estaba trabajando en la rehabilitación de Ana, Mario se encontraba sentado en un sofá cercano, ocupado con unos documentos. Gloria entró y se acercó a Mario para susurrarle al oído: —Señor Lewis, el vuelo de Cecilia ya ha despegado.Mario miró hacia Ana. Ella claramente había escuchado, pero permanecía sin expresión, aparentemente indiferente. Después de reflexionar un momento, Mario le dijo a Gloria: —Está bien, ya puedes irte.Cuando Gloria se retiró, le lanzó una mirada adicional a Ana antes de salir. Una vez que el personal médico también se fue, Mario dejó los documentos a un lado y, mirando a Ana con su expresión fría, dijo suavemente: —Ella ya se fue. Ya no afectará más nuestra vida. Ana, ¿podemos empezar de nuevo, por favor?Ana seguía mirando por la ventana. El clima invernal era muy frío y afuera había un pajarillo que practicaba volar. Parecía tambalearse en el aire, como si fuera a caer, pero al final extendió sus ala
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