Obtuvo una respuesta precisa y la sonrisa de Luisa se hizo más profunda. Tomó una gran bocanada de aire y, sonriendo, se despidió de Balbino.Cuando llegó a la puerta, escuchó a Balbino contestando el teléfono: —Bien, una vez estés allí, busca la oportunidad y actúa. Recuerda, asegúrate de resolverlo completamente, por ahora, él no puede moverse fácilmente, no le causes problemas innecesarios.¿Qué asunto tenía que resolver?¿Quién no podía moverse fácilmente?Al escuchar eso, el cuerpo de Luisa se tensó, pero no se atrevió a quedarse más tiempo. Se apresuró a dejar el lugar con la cabeza gacha.En el aeropuerto de Aurelia.Bajo la organización rápida de Manuel, María acompañó a Daniela para escoltar a Sebastián hasta el aeropuerto, que estaba inconsciente y no se despertaba. Tenían reservado un vuelo para las doce del mediodía, con destino al país Miraluna.María abrazó fuertemente a Daniela, cuyos ojos estaban hinchados. Le dijo suavemente: —Daniela, cuando llegues a Miraluna, ¡lláma
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