68. No te atrevas a tocar a mis amigos
El grito de Sofía partió el aire en dos y despertó en ella un subidón de energía como nunca antes había sentido jamás. Con una velocidad sorprendente, Sofía se interpuso entre el lobo y Milena. Su daga brilló con una luz tenue, reflejando la ferocidad de sus ojos. La fuerza misteriosa que la había envuelto antes pareció resurgir, dándole una confianza renovada.El lobo enemigo gruñó, desafiante. Sofía, enfrentando al depredador con determinación, no retrocedió. Cada uno evaluaba al otro, midiendo la fuerza y la debilidad.—No te atrevas a tocar a mis amigos.El lobo, aparentemente indiferente a sus palabras, se lanzó hacia ella con velocidad asombrosa. La daga se movió en un arco preciso, encontrando su objetivo. El sonido de acero contra piel resonó en la noche y sabía que había más de un par de ojos asombrados con lo que estaba haciendo.Sin embargo, no tenía tiempo en esos momentos para ponerse a pensar de dónde estaba saliendo todo ese poder, aunque si que tenía una leve sospech
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