—No lo creo. Además, ¿no dijiste que Hans ya tiene una prometida? ¿A ella no le importa que esté cuidando a Dafne en el hotel? —preguntó Inés.—Hans no la toma en serio. Además, tú también sabes, si Hans realmente quiere hacer algo, nunca tendría que dar explicaciones a los demás.Inés reflexionó por un momento y respondió:—Bueno… Vale, estoy cansada, me voy a dormir.—Que descanses bien. Cuando regrese mañana, llamaré a Hans y a los demás para que cenen contigo.—¡De acuerdo!Después de colgar el teléfono, Inés apagó la luz y se recostó en la cama, pero no pudo conciliar el sueño. Sosteniendo el teléfono en la mano, sintió indignación hacia Hans.Unos días antes, cuando se enteró del compromiso de Hans, a Isabella tampoco le agradaba. Sin embargo, de todas formas, ella sería mucho mejor que Dafne. En su opinión, Dafne era completamente una mujer maliciosa y despreciable. Cualquiera podría estar con Hans, excepto Dafne. Hace seis años, su traición no solo había enviado a Hans a prisió
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