"Bueno, no pasa nada", razono. "Podemos inventarnos nuestra propia historia. A veces es lo mejor que podemos hacer cuando las cosas no salen como habíamos planeado". Todavía parece indecisa, así que le lanzo una de las muñecas que tengo en la mano, apuntando en dirección a la muñeca ofrecida. "Hmm, ¿eres una bruja buena o una bruja mala?", le digo con la voz tonta del muñeco. La niña levanta la comisura de los labios, baja la voz a su octava más baja y dice: "Soy una bruja mala, por supuesto
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