Ella "¿Qué quieres decir con que quizá no me lleves contigo?". Exijo, apenas procesando las palabras de Sinclair. "Estamos apareados, donde tú vas yo voy". "Cariño, no quiero estar lejos de ti". Sinclair suspira, enviando una ola de genuino pesar a través de nuestro vínculo. No es la primera vez que hace esto, dejarme sentir sus emociones para confirmar su veracidad, pero esto es lo más fuerte que las he sentido. Con la ayuda de nuestra conexión, puedo sentir cuánto odia Sinclair la idea de
"¿Te refieres hasta que yo esté satisfecha?". Aclaro. "No. Quise decir exactamente lo que dije". Responde con una sonrisa burlona.Me río y dejo caer la cabeza sobre su hombro. "De acuerdo, lobo feroz", concedo, mientras él sigue pasándome los dedos por el pelo largo. "Solo prométeme que pensarás en esto. Ambos seremos más felices juntos. Los dos estaremos menos ansiosos. Siempre estaré a tu vista o a tu alcance. Eso vale mucho". "Lo pensaré". Sinclair está de acuerdo. "Hay muchas ventajas,
EllaSabía que no iba a ser fácil. Estaba preparada para escuchar a viudas doloridas, guerreros heridos y familias desconsoladas. Estaba preparada para ver sus espantosas heridas y sus rostros desolados, para tomarlos de la mano mientras lloraban. No estaba preparada para los huérfanos... ni para los padres que habían perdido a sus hijos. Cuando entramos por primera vez en la tienda principal, los refugiados estaban demasiado absortos en sus propios mundos como para fijarse en nosotros, pero
"Bueno, no pasa nada", razono. "Podemos inventarnos nuestra propia historia. A veces es lo mejor que podemos hacer cuando las cosas no salen como habíamos planeado". Todavía parece indecisa, así que le lanzo una de las muñecas que tengo en la mano, apuntando en dirección a la muñeca ofrecida. "Hmm, ¿eres una bruja buena o una bruja mala?", le digo con la voz tonta del muñeco. La niña levanta la comisura de los labios, baja la voz a su octava más baja y dice: "Soy una bruja mala, por supuesto
EllaCuando regresamos al palacio, subo directamente a la oficina que Sinclair ha estado utilizando como sala de guerra. Por supuesto, también había una sala de guerra en su mansión de vuelta en casa, pero aquella había sido utilizada para la campaña, a diferencia de ésta que es una de verdad. Apenas entro, encuentro a mi pareja parado frente a un gran diorama del continente, un modelo a escala de los territorios, el terreno y las ciudades de nuestra patria. Hay diminutas figuras esparcidas p
‘Hmm… solo piensa en lo furioso que se pondría si salieras a pasear por Vanara y me dejaras aquí sola’, respondo con picardía mientras le muerdo el labio inferior con los colmillos. Sinclair gruñe y mete la lengua entre mis labios, me agarra por la cadera y me aprieta contra su miembro, haciéndome sentir lo mucho que me necesita a través del contacto físico, así como de nuestro vínculo. ‘Cuidado, lobita’, me advierte. ‘Si no te conociera, pensaría que intentas manipularme’. Dirijo mi mirada ha
Ella"Dominic, ¿de qué estás hablando?", pregunto, sorprendida por su última declaración. El cansancio, físico y emocional, que había acumulado después de mi largo día se disipó en el momento en que Sinclair tomó la responsabilidad de la guerra. Procedo a levantarme y me siento para que mi astuta pareja no me ponga a dormir sin querer. Sinclair respira hondo y evita mi mirada. "Si no hubiera convocado aquella rueda de prensa, si no lo hubiera acusado públicamente de traición, nada de esto hab
"¡Incluyéndome!", grita Sinclair. "¡Seguí con la campaña cuando simplemente debí haberlo eliminado!". Él aprieta la mandíbula como si intentara contenerse y luego agrega: "¡Y lo peor de todo es que abandoné a mi gente! Los abandoné en cuanto las cosas empeoraron. Podía haberme quedado y luchar por ellos, pero en vez de eso, me salvé a mí mismo y escapé". ‘¡Deja de culpar a mi pareja de cosas que no son culpa suya!’, gruñe mi loba, con un volumen tan alto que me estremezco. Sinclair parpadea