Axel permaneció de rodillas, aturdido por las palabras del alfa Turner. Su corazón latía frenéticamente mientras sus ojos seguían cada movimiento de los lobos que abandonaban la tienda, uno por uno, levantándose y saliendo, hasta que el silencio se apoderó del lugar. Solo quedaba sangre.Aún aturdido, Axel sintió que un vacío se formaba en su pecho al darse cuenta de que su padre había sido decapitado frente a sus ojos. Una ola de desesperación amenazó con envolverlo, haciendo que sus rodillas temblaran. Permaneció allí, inmóvil, observando el cuerpo de Vlad encogido en posición fetal en el suelo, como si fuera un niño. Y, en cierto modo, lo era en ese momento. Su hermano podía ser grande y mucho más corpulento que cualquier hombre humano, pero aún era joven. Aunque Axel sentía ese dolor debido al vínculo de la manada que atravesaba su pecho y lo dejaba paralizado, necesitaba ser fuerte. Con un esfuerzo brutal, Axel finalmente se levantó, las piernas pesadas como piedras gigantes.
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