EPÍLOGO Ya habían pasado tres meses desde que Milo había pensado que el amor de su vida había muerto, gracias al cielo todo había sido una horrible pesadilla y ella seguía con él. A Rosa el doctor le había dado de alta veinticuatro horas después, ella no salió solo con una segunda oportunidad de vivir, sino también con una segunda oportunidad en el amor a sus 58 años, no podía creer tal locura, pero el doctor, desde que la había visto no había podido sacarla de su cabeza y eso había alegrado a sus nietas, que en realidad veían a Rosa como una madre. Hacía dos meses atrás había nacido una preciosa niña, casi igual a su padre, cabello, piel, pero los ojos eran los de su madre, una madre que desde que supo que era una niña tenía el nombre perfecto para ella, Mila Bianchi, Milo no pudo evitar llorar por segunda vez ese día, la primera cuando nació su princesa, y la segunda cuando Maddie le dijo cómo se llamaría, el no se iba a oponer, ese día había sido un caos completo, porque no sólo
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