Capítulo 37. Nunca ofrezcas lo que más te duele dar.
Marcos corrió hacia Anna cuando la vio trastabillar y ponerse la mano en el pecho, llegó a tiempo para sujetarla, la desesperación se apoderó de él.―¡Anna! ―gritó levantándola en brazos.―¡Oh! Por Dios ―exclamó Patricia preocupada, sabía del problema cardiaco de Anna y pensó que la habían matado con sus acciones.―Patricia llama a emergencias ―le dijo Marcos antes de partir hacia el salón con su preciosa carga.―Anna, no me dejes, por favor, perdóname, perdóname, perdóname ―le susurró al oído mientras las lágrimas le corrían por las mejillas.―¿Qué le pasó a mi mamá? ―preguntó Marianna, al ver a su padre llevando en brazos a su mamá desmayada, se soltó de los brazos de su abuela para correr hacia ellos.Elena, Rosi y Eva corrieron hacia Anna, mientras las demás personas miraban impotentes la situación. Marianna lloraba desesperada aferrada a su madre mientras la sala se llenaba de lamentos. La angustia llena cada espacio del salón.―¡Silencio! ―Ordenó Dante, ―Si quieren ayudar a Anna
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