54. Mis dos fuertes y enormes alfas
54 AdaraToqué la puerta algo nerviosa, me limpié las palmas sudadas de mi leggins y poco después Cleo abrió la puerta con una sonrisa, sentía un apretón en mi estómago cada vez que la veía, querría decir que es el bebé, pero no es cierto. Es ella la que me provoca un sentimiento extraño.—Hola —saludé.—Buenos días, Luna —me saluda de manera más formal.Luna… es cierto, para ellos soy su Luna.¿Me siento como una Luna? Mejor no voy por ese camino a menos que quiera deprimirme, así que le regalo una sonrisa forzada a la joven loba sin disculparme por lo que pasó el día anterior.—¿Ya llegó? —preguntan detrás de ella para que una mata de pelo liso se asome detrás de la joven.—Sí, aquí estoy —le respondí, a ella si me nacía regalarle una de mis genuinas sonrisas.—Pasa, pasa, pasa —repitió varias veces— todo está listo, espero sea de tu agrado.—Estoy seguro de que será así —le contesté.Esperamos unos segundos a que Cleo se moviera de la puerta, pero al parecer se había quedado algo
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